El año 2018 quedará marcado como el regreso triunfal de Spike Lee (“Malcolm X”, “Inside Man”) a la ficción tras su paso en falso en la vapuleada remake del clásico coreano “Oldboy” allá por 2013. Y la verdad es que vuelve en la mejor de sus formas con una historia hecha a su medida que le significó la obtención del Premio del Jurado en el Festival de Cannes de este año.
El largometraje está basado en hechos reales y nos relata ciertos acontecimientos que tienen lugar a principios de los ’70 en EEUU, una época que se caracterizó por un revuelo en la sociedad norteamericana, con la lucha de los derechos civiles de los afroamericanos como telón de fondo. En ese convulsionado contexto, Ron Stallworth (John David Washington) se convierte en el primer oficial negro del departamento de policía de Colorado Springs. No obstante, a pesar de haber conseguido la aceptación en su institución, Stallworth es recibido con escepticismo y hostilidad por la mayoría de sus compañeros y dirigentes. Sin dejarse intimidar por sus colegas, Ron decide seguir adelante y hacer algo por la comunidad, llegando a la idea de infiltrarse en el Ku Klux Klan y exponer sus violentas actividades. Para ello, contará con la ayuda de Flip Zimmerman (Adam Driver), un agente encubierto de descendencia judía que será el encargado de ponerle el cuerpo al peligroso operativo, mientras él y Jimmy Creek (Michael Buscemi) se encargan de toda la logística y el desarrollo intelectual de la misión.
La obra de Lee no solo tiene buenas intenciones y busca vapulear a la nefasta ultraderecha supremacista blanca norteamericana de aquella época, sino que también intenta denunciar a las resurgidas facciones modernas que ocasionaron actos racistas y violentos durante el 2017. Lo interesante de la visión de este cineasta es que busca construir una narrativa que mezcla drama con comedia negra y utiliza ciertos códigos de los films de Blaxploitation o filmes de explotación (películas como “Shaft”) que fueron tan populares en la década de los ’70 con la comunidad afroamericana como protagonista principal y que fue un boom por las tematicas retratadas y por las bandas sonoras de aquellas cintas. En esta oportunidad, se nos remite a esos largometrajes desde el vestuario de los personajes hasta la música que recurre al funk, al soul y al R&B. No obstante, en lo que respecta a música original, las composiciones de Terence Blanchard (habitual colaborador de Spike Lee) recurre a crear themes realmente innovadores y atractivos, que si bien tocan ciertos elementos de estos géneros que solían aparecer en los films de explotación, también busca correrse de esa norma y lograr algo totalmente fresco.
“BlacKkKlansman”, título original de la obra, logra una interesante mixtura entre cine de género y cine político y/o de protesta. La meta de la denuncia a la injusticia racial está claramente erigida, pero en el fondo también se encuentran varias sutilezas que también buscan manifestarse en contra del gobierno de Donald Trump y de todo el aparato político de derecha mediante la ridiculización y otros recursos originales. Por otro lado, además de mostrar lo absurdo y estúpido del discurso segregacionista también se busca denunciar a los abusos de las autoridades (entre ellos, los de la policía) y demás muestras de odio encubiertas que lamentablemente siguen vigentes hoy en día.
Desde los apartados técnicos, no hay nada que reprocharle a la obra, en las que no solo se destaca la banda sonora y el vestuario, antes mencionados, sino que también hay un excelente diseño de producción y una genial reconstrucción de época como es habitual en la industria cinematográfica norteamericana.
Por el lado del elenco, es absolutamente magnífico el desempeño de todos, en especial en la pareja protagónica que demuestra tener la química necesaria para afrontar un relato de esta índole, donde predomina el drama pero siempre hay tiempo para algún que otro momento cómico bastante discreto y ácido. Secundan muy bien Corey Hawkins, Robert John Burke, Laura Harrier como la presidente de una organización universitaria de estudiantes negros, que será el interés romántico del personaje de Washington y una fuerte detractora de la fuerza policial, colocando al protagonista en un aprieto, y Topher Grace como David Duke, el líder de la agrupación xenófoba, antisemita y racista.
“El Infiltrado del KKKlan” es un film que aglutina un montón de cuestiones. Un thriller policial sumamente entretenido que busca reivindicar el movimiento por los derechos civiles, una mirada irónica a la actualidad política de Estados Unidos, un homenaje a los films de blaxploitation y sus códigos, un tremendo trabajo actoral de John David Washington y Adam Driver, entre muchas otras cosas más. Estamos ante la obra más destacada de Spike Lee en muchos años y no solo refleja su mirada hacia los estereotipos del cine hollywoodense de antaño sino que busca punzar sobre la falta de diversidad actual de la industria. Una película intensa y atractiva que no dejará indiferente a ningún espectador, y una cinta que seguramente encuentre su lugar en la próxima temporada de premios.