El inmortal

Crítica de Diego Lerer - Clarín

La venganza es lo último que se pierde

Jean Reno es un gángster retirado que sobrevive a una lluvia de balas y sale en busca de revancha.

El hombre parece disfrutar de una tarde apacible con su pequeño hijo, manejando el auto y cantando con él. Uno sabe que la situación no va a terminar bien, se siente en el ambiente, en la puesta en escena, en la belleza casi epifánica de ese momento familiar. Y así sucede.

El hombre estaciona el auto y ocho hombres enmascarados y armados hasta los dientes le estampan 22 balas (con ese título se conoce a la película en inglés) en la cara y en el cuerpo. Pero aquí en la Argentina el filme de Richard Berry, más conocido por su trabajo como actor, se llama El inmortal , y uno supone que el hombre sobrevivió porque es un superhéroe o que algo sobrenatural está sucediendo.

No.

El inmortal es una película de gángsters y el hombre, Charly es su nombre, simplemente (habría que decir acá “milagrosamente”), sobrevive a los 22 disparos a quemarropa. Pierde buena parte de los sentidos y una enorme cicatriz atraviesa su rostro, pero sigue siendo Jean Reno, reconocible con o sin barba, con o sin heridas en la cara.

Luego de unas semanas de hospital, el tal Charly -de quien iremos sabiendo que se trata de un gángster retirado- se irá de la clínica y allí la película contará una doble persecución: la suya, para vengarse de quienes quisieron asesinarlo, y la de los criminales en cuestión, que querrán terminar la tarea que dejaron a medias. ¿El resultado? 25% investigación, 75% de persecuciones y balas.

Con algunos flashbacks centrados en la adolescencia de Charly y, específicamente, de un pacto con sus amigos ladronzuelos de entonces -que podría dar pistas sobre quienes hoy son sus aliados y enemigos-, el filme de Berry será la saga del vengador, tratando de eliminar (al mejor estilo Kill Bill ) a quienes lo dieron por muerto, mientras los asesinos buscan detenerlo o amenazarlo de alguna otra manera. En el medio, previsiblemente, está la policía, que casi siempre llega tarde y pifia, más allá de los esfuerzos de una oficial (Marina Föis), cuyo pasado la hace simpatizar más de lo debido con el vengador que, digámoslo, pese a que sea “el héroe” del filme, es un mafioso de temer como cualquiera de los otros.

Acción bien dosificada y una dureza típica de policial francés clásico hacen que El inmortal sea bastante disfrutable pese a una narración que avanza por caminos más que previsibles, y en la que podemos adivinar fácilmente hasta las supuestas sorpresas que la trama esconde.

Reno siempre es una presencia imponente y creíble hasta cuando con su cuerpo medio destrozado es capaz de aniquilar bandas enteras como si fuera Terminator. Más cerca de Kitano, por momentos, que de un héroe de cine occidental (la película tiene bastante de policial asiático), Reno liquida, impasible, a sus enemigos. ¿Podrá con todos ellos?