Poco eficaz drama basado en un premiado best seller.
La historia cuenta la vida de Theodore Decker (Ansel Elgort/ Oakes Fegley) que, a los 13 años, sufre una traumática experiencia. Mientras se encuentra de visita en el Museo Metropolitano de New York, sucede un atentado y muere su madre. Antes de escapar de los escombros, se lleva un cuadro, el del jilguero, y establece contacto con un hombre agonizante, que le entrega un anillo.
Luego de este hecho, Theodore va vivir a la casa de una adinerada familia de un compañero de escuela. Hasta que aparezca su padre, un ex alcohólico que vive en las afueras de Las Vegas. Allí, el chico se hace amigo de un compañero de escuela ucraniano, que lo introducirá en el mundo de las drogas.
Estas y otras desgracias, que parecen un trampolín emocional, resultan casi tediosas en el largo metraje de esta película, que está basada en un best seller de Donna Tartt, ganadora del Premio Pulitzer. Ni siquiera el ir y venir en el tiempo logra establecer un conflicto interesante en un melodrama que tiene como elemento intrigante al cuadro que da nombre a la película.
La pintura El jilguero existe en realidad, es de Corel Fabritius, un pintor holandés que fue discípulo de Rembrandt y que murió en 1654, en una explosión, en la que desapareció casi la totalidad de su obra. En el pequeño cuadro se ve al ave, posado en un anillo y enganchado a una cadena. La película (y quizás el libro) pretende trazar un paralelo entre esta pequeña y frágil criatura y el protagonista, que pasará su vida amarrado a este cuadro, y la culpa y la angustia luego de la explosión en la que murió su progenitora.
El jilguero no logra, en ningún momento de sus dos horas y media, brindar algún tipo de emoción o tensión que la convierta en un producto interesante. Sólo la fotografía de Roger Deakins es destacable, pero esto no es un mérito narrativo.
Luego de la mucho más interesante Brooklyn, el director John Crowley da un paso atrás en su carrera, pese a contar con un elenco que prometía y que naufraga. A los mencionados Oakes Fegley y Ansel Elgort, se le suman Nicole Kidman, Jeffrey Wright, Luke Wilson, Sarah Paulson, y uno de los chicos del momento, Finn Wolfhard, de Stranger Things e It.
El jilguero es una fallida propuesta que jamás levanta vuelo y que cae de pico en el tedio.