Todo gira en torno a Theodore Theo Decker (de niño por Oakes Fegley, «Peter y el dragón»/Ansel Elgort «Baby Driver», «Divergente) quien vive tratando de sobreponerse al dolor, a la angustia y a la pérdida de su madre en una terrible explosión. Luego es llevado a un hogar sustituto del Señor y la Señora Barbour (Boyd Gaines y Nicole Kidman) allí parece encontrar cierta paz. Hasta llega a tener una relación muy linda con el dueño de un anticuario Hobie (Jeffrey Wright, «Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 1 y 2») con quien aprender un oficio y recibe su afecto, pero todo cambia cuando llega Larry (Luke Wilson) su padre alcohólico para llevarlo junto a su novia de turno al desierto de Nevada y juntos comenzar una nueva vida.
Viendo a este padre que aparece de la nada y su novia, uno percibe que nada nuevo se traen entre manos por lo tanto su narración está ligada al flashback y se va armando un paralelismo entre el preadolescente a causa de una tragedia y al mismo tiempo un joven que fue aprendiendo la manera de sobrevivir ante la traición y la culpa.
El film cuenta con un sólido elenco tanto de los adultos como cuando el protagonista es más chico interpretado por Oakes Fegley, entre otros. Contiene un tono melodramático y a través de su director de fotografía Roger Deakins («Blade Runner 2049»), logra crear interesantes ambientes y con los contrastes de la luz hasta lugares claustrofóbicos. Su director es el irlandés John Crowley (“Brooklyn” de 2015) quien se basó en la novela del mismo nombre escrita por Donna Tartt, donde le da vida a este joven que se cruza con la tragedia y el arte, todo a lo largo de dos horas y media que en conclusión no logra sostenerse, al ir mezclando tantos problemas que no termina de resolver y tanto pasado y presente a un ritmo lento por momentos puede llegar a aburrir.