Romance plagado de clichés
Para que una comedia romántica funcione, es decir, que sea entretenida, creíble y fantástica al mismo tiempo, son muchos los elementos que se necesitan poner en el juego. El principal pasa por presentar personajes que resulten interesantes y complejos en sí mismos y que su atractivo aumente cuando aparezcan juntos en pantalla. También se trata de contar una historia que suene realista y al mismo tiempo retrate el inexplicable instante del enamoramiento y todo lo que viene después. En el caso de El karma de Carmen, casi ninguna de esas reglas se cumple y lo que empieza como un intrigante retrato de una mujer peculiar y repleta de contradicciones avanza hasta convertirse en una sumatoria de estereotipos y clichés.
Carmen, interpretada por una sólida Malena Solda que a pesar de sus esfuerzos no consigue dotar de simpatía a su criatura, se debate entre sus manías neuróticas y un malhumor que no ceja. Ni siquiera cuando gana un viaje a Mar del Plata en una rifa o cuando su hermano intenta emparejarla con Javier (Surraco), uno de sus amigos. Entre las pocas pulgas de ella y los irritantes modos de él, el guión no construye la necesaria empatía con los protagonistas-el personaje más carismático es el de la mejor amiga, interpretado por Laura Azcurra-, ni logra transmitir el encanto del género al que pretende pertenecer.