El karma de Carmen

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Ingeniosa comedia romántica “single”

Se luce Malena Solda en su primer protagónico para el cine, que además es una comedia, el género contrapuesto a lo que habitualmente le piden en teatro, o en otras películas. Y también se luce el resto del elenco. Rodolfo Durán, el director, le da espacio a cada uno, y antes de los créditos finales le dedica un plano con su nombre, como para que el público lo aplauda o al menos confirme quién era y lo retenga en su memoria.

Esa es una atención que pocos tienen, y se agradece. ¿Cómo no agradecer, además, la aparición de María Rosa Fugazot y Ana María Castel como dos jubiladas disfrutando del sol y el vino blanco en la playa marplatense? ¿O el personaje de mantero paraguayo que compone Daniel Valenzuela? ¿Y los de Oski Guzmán, Gustavo Pardi, Laura Azcurra, Manuel Callau, et al, todos ellos tirando buena onda, al menos en comparación con la loca de Carmen? Pobre Carmen, su vida amorosa es un fracaso, y eso, y la vida en general, la ponen de mal humor. Con decir que en Navidad se gana una rifa para ir cinco días de vacaciones todo pago con quien quiera, y no tiene quien quiera, ni quien la quiera. Y si aparece, lo espanta.

Justo ahí es donde aparece un posible peor es nada, a cargo del ascendente Sergio Surraco. Y empieza el tire y afloje, la expectativa y el rechazo, el gataflorismo y el arrojo a la pileta sin agua, en escenas que otros malhumorados desdeñarán por costumbristas, pero el público festeja precisamente porque reconoce costumbres y actitudes que le tocan de cerca y le causan gracia. No cualquiera hace costumbrismo. Para eso hay que saber mirar, y querer a los demás. Ese es uno de los varios méritos que muestra en esta ocasión la guionista María Meira, y que Durán y los intérpretes aprovechan.

Otro, es la originalidad. Se trata de una comedia romántica "single". Ya dijimos que el personaje de Carmen espanta a quien se le acerque, así que Malena Solda se mueve casi todo el tiempo sin pareja, graciosamente angustiada como la Delphine de "El rayo verde". Y lo bueno es que al final no habrá un haz de luz sobre el mar, como en la película de Rohmer, sino algo más concreto. Porque tiene que ser concreto el interés de un tipo, para bancar a una mujer tan propia de estos tiempos. Veremos qué pasa. Tiene que haber una segunda parte.