Para Carmen (Malena Solda) el mundo ideal sería uno en el que el helado de dulce de leche y las películas proliferaran por doquier. En "El Karma de Carmen" (Argentina, 2014) Rodolfo Durán profundiza sobre la problemática femenina con un personaje que puede generar empatía pero también un profundo rechazo.
Carmen (Solda) es alguien que puede explotar en cualquier momento y sin motivo aparente más que el continuar construyendo un universo en el que primero se encuentra ella, luego ella y más tarde los demás.
Eterna postergadora de sueños y anhelos, las malas experiencias amorosas la llevaron a aceptar un solitario presente en el que el ir a regañadientes una cita a ciegas por demás atravesada se plantea como la solución de su vida.
En el absurdo y el humor Durán guía a Carmen a través de un laberinto en el que los obstáculos solo hacen afirmar la construcción de un personaje interesante y que en el cuerpo e imagen de la potente actriz sostienen un argumento al que le sobran motivos para acercarse a la comedia dramática más tradicional y que hace de personajes cuesta abajo su apoyo y sostén.
Solda se brinda y entrega a "El Karma de Carmen" con una total frescura y naturalidad, como así también la construcción corporal de un ser que pese a todo sigue pensando en que la suerte le va algún día a cambiar.
Durán acompaña al personaje sin obstaculizar la acción. Se enamora de Carmen/Solda y la sigue por su rutina en la ciudad (club, pileta, heladeria), sumando a nuevos integrantes de la misma como el mantero que vende copias ilegales de películas, confidente circunstancial de la protagonista, que encuentra en un extraño la contención necesaria para sus avatares.
Carmen quiere amar, pero tiene miedo y por eso Javier (Sergio Surraco) tampoco acepta del todo el total entregamiento que ella simula hacerle creer, por lo que comenzarán un juego de idas y venidas, de encuentros y desencuentros que no hacen otra cosa que profundizar la descripción de aspectos de los protagonistas.
El director cuenta el karma de Carmen de una manera tradicional y lineal, y pese al trazo grueso y obvio con el que presenta a algunos personajes como la amiga (Laura Azcurra) o el padre (Manuel Callau), la narracion no se resiente.
“El Karma de Carmen” es una comedia agridulce en la que gracias al oficio de Solda la acción se dispara y se potencia a través de una interpretación lograda y que tomando como disparador algunas situaciones amorosas equivocas logra hablar de las relaciones sociales en la actualidad, la familia, el trabajo y el persistir en la búsqueda de metas e ideales.