" EL Kiosco", una manera de vivir
(Por Patricia Chaina) Mariano, el kiosquero; es un personaje entrañable. Brilla con luz propia en la cartelera de cine de la temporada. Tiene un plus, lo compone Pablo Echarri, con tanta pasión y entereza como las que puso al servicio de San Martín en “Belgrano” (2010), o del malvado Galareto en “Al final del túnel” (2016).
Echarri es un actor versátil en su postura interpretativa. Esto potencia la propuesta de “El kiosco”, una película simple, realista y amena, dirigida por el debutante Pablo Gonzalo Pérez (en Historias Breves IV se destacó su corto: “Lo llevo en la sangre” sobre la pasión futbolera: Chacarita Vs. Atlanta).
En “El kiosco”, Perez recurre al costumbrismo para contar una historia típicamente argentina, inquietante en su desarrollo y divertida en sus toques de comedia. Una mezcla interesante para un relato sin pretensiones grandilocuentes. El kiosco de barrio se ubica como emblema de la mística infantil, de la añoranza por los sueños y la esperanza. Desde ahí seduce y le ofrece a Mariano, el protagonista de esta historia, la posibilidad de darle un giro a su vida de rutinario oficinista.
Pablo Echarri es sólido en su composición. Pero su personaje gana cuando el humor se despliega en la dupla que juega con Charly, “el pizzero de la vuelta” (Roly Serrano), o en las escenas con Elvira (Georgina Barbarossa), “su suegra”. Sandra Criolani, como Ana, su amada y racional esposa, es el contrapunto desde donde su personaje transmite ternura o angustia, dolor o ilusión. La realidad será su peor enemigo. Y la red solidaria de vecinos, familia y amigos es lo único que, si puede sostener, le permitirá una salida.
Entre la desesperanza y el ahogo, y contada desde la rítmica televisiva del costumbrismo, la película habla de la esperanza y del sentido de la vida, en un mundo atravesado por la incertidumbre económica, el engaño y la hipocresía.
FICHA: Título: El kiosko (Argentina/2019). Dirección y guion: Pablo Gonzalo Pérez. Elenco: Pablo Echarri, Roly Serrano, Georgina Barbarossa, Sandra Criolani. Duración: 94 minutos. Calificación: Apta para todo público.