EL SILENCIO DE OTROS, UN DOCUMENTAL IMPRESCINDIBLE (Por Patricia Chaina) "El Silencio de Otros es un documental precioso, imprescindible y sobrecogedor. Desde el primer susurro de María, hasta el último plano en lo alto de la montaña, vivimos y respiramos seis años de una lucha tan básica como la de Antígona: enterrar a nuestros muertos con dignidad, conocer la verdad antes de que sea demasiado tarde, y que se haga por fin justicia. Estoy muy orgulloso de presentar esta película y espero que se vea en todos los rincones del mundo”, dice Pedro Almodóvar, productor ejecutivo del filme. Efectivamente, “El Silencio de Otros”, dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar es un documental imprescindible. Se anima a mostrar la injusticia que habita un silencio añejo. Rompe el pacto de silencio producto de la histórica Ley de Amnistía que en 1977, en España, calla el reclamo de justicia por los crímenes del franquismo. Con esa decisión, el filme, de una extraña densidad al mismo tiempo sólida y sutil, acompaña esra lucha en busca de justicia. Y se convierte en un ‘retrato cinematográfico’ del primer intento en la historia de procesar a criminales del régimen (1939-1975). Fue filmada a lo largo de seis años y cuenta cómo se organizan el reclamo judicial denominado “Querella Argentina” con el que se confronta el pacto del olvido. Así, lo que empieza como un movimiento ciudadano logra llegar a los primeros arrestos -de torturadores, ministros y médicos implicados en robo de niños-, en España. Allí se construye en 2010 la Querella Argentina que reúne 500 querellas pero representa a 9.000 víctimas –algunas son querellas múltiples. En la Argentina la causa es tomada por la jueza María Romilda Servini de Cubría en base al principio de jurisdicción universal, y avanza sostenida por los querellantes, a pesar de la mordaza con que la sociedad española intenta silenciarla. El recorrido cronológico está bordado cuidadosamente por los testimonios de las personas afectadas. En lo genuino de esas palabras, en esos gestos simples y en la sensibilidad con la que se construye desde ahí el relato, radica su mayor virtud cinematográfica. “El silencio de Otros” transmite la dolencia de la falta, mantiene la memoria en forma activa y aporta al reclamo de justicia al traer el tema a la agenda pública, en la actualidad. FICHA: País: España-Estados Unidos / Año: 2018 / Dirección: Almudena Carracedo y Robert Bahar / Guion: Almudena Carracedo y Robert Bahar / Fotografía: Almudena Carracedo / Edición: Kim Roberts, Ricardo Acosta / Duración: 96 minutos / Calificación: apta para mayores de 13 años.- ··
EL HIJO, UNA PERTURBADORA RADIOGRAFIA DE LA PATERNIDAD (Por Patricia Chaina) Un inquietante relato de suspenso aporta tensión, misterio y buenas actuaciones a la cartelera cinematográfica. Se trata de “El Hijo”, un thriller psicológico protagonizado por Joaquín Furriel bajo la dirección de Sebastián Schindel, la misma dupla de “El Patrón, radiografía de un crimen” (2015). Con una historia adaptada del cuento La madre protectora, de Guillermo Martínez; Schindel, un director formado en el documentalismo (“Mundo Alas”, “Rerum Novarum”) ofrece aquí un relato centrado en los miedos a la paternidad y el estigma de la locura. Lejos del realismo de su opera prima, Schindel apuesta a un género esquivo para los buenos resultados. Y su osadía se ve recompensada. Cuenta con las buenas actuaciones de Furriel, como Lorenzo, un pintor a punto de tener un hijo con su nueva mujer, una bióloga noruega (Heidi Toini), con la que pronto comienzan a manifestarse diferencias culturales que parecen irreconciliables. Ella querrá tener al hijo en casa. Contrata a una partera (Regina Lamm), la misma que asistió su nacimiento, que solo habla noruego antiguo y que puede convertir una escena en atemorizante, con su sola presencia. Lorenzo queda fuera del círculo protector del recién nacido. Sospecha, primero sutilmente, que algo no está bien. Y entra en una psicosis paranoide, de la cada vez le resulta más difícil salir. Solo cuenta con la ayuda de una amiga abogada (Martina Guzmán) y de su novio (Luciano Cáceres). Pero tal como en “El bebé de Rosemary”, todo lo externo parece estar en contra de su endeble lucidez, incluso sus amigos. Así, “El Hijo” combina un ambiente asfixiante y opresivo sobre el que se trazan singulares toque de terror. Schindel cuenta con maestría una historia de intriga. Logra una edición que combina el pasado reciente, donde Lorenzo es un pintor comprometido con su arte, alcohólico en recuperación, que ya perdió una familia (su primera mujer y sus dos hijas viven en Canadá, no mantienen vínculos), con un presente hostil en el que se lo ve vacilante y confuso, va preso, termina en un hospicio. El punto de encuentro del pasado y el presente, es el nacimiento de ese hijo. Es entonces cuando la película se posa sobre el sentido común, y tensa la trama en la que el loco, queda afuera, siempre, y nada parece ayudar a que su verdad, sea considerada como tal. FICHA: El Hijo. Argentina, 2019. Director Sebastián Schindel. Sobre un cuento de Guillermo Martínez. Elenco: Joaquin Furriel, Martina Gusman, Luciano Caceres, Heidi Toini, Regina Lamm. Duración: 90 minutos.
" EL Kiosco", una manera de vivir (Por Patricia Chaina) Mariano, el kiosquero; es un personaje entrañable. Brilla con luz propia en la cartelera de cine de la temporada. Tiene un plus, lo compone Pablo Echarri, con tanta pasión y entereza como las que puso al servicio de San Martín en “Belgrano” (2010), o del malvado Galareto en “Al final del túnel” (2016). Echarri es un actor versátil en su postura interpretativa. Esto potencia la propuesta de “El kiosco”, una película simple, realista y amena, dirigida por el debutante Pablo Gonzalo Pérez (en Historias Breves IV se destacó su corto: “Lo llevo en la sangre” sobre la pasión futbolera: Chacarita Vs. Atlanta). En “El kiosco”, Perez recurre al costumbrismo para contar una historia típicamente argentina, inquietante en su desarrollo y divertida en sus toques de comedia. Una mezcla interesante para un relato sin pretensiones grandilocuentes. El kiosco de barrio se ubica como emblema de la mística infantil, de la añoranza por los sueños y la esperanza. Desde ahí seduce y le ofrece a Mariano, el protagonista de esta historia, la posibilidad de darle un giro a su vida de rutinario oficinista. Pablo Echarri es sólido en su composición. Pero su personaje gana cuando el humor se despliega en la dupla que juega con Charly, “el pizzero de la vuelta” (Roly Serrano), o en las escenas con Elvira (Georgina Barbarossa), “su suegra”. Sandra Criolani, como Ana, su amada y racional esposa, es el contrapunto desde donde su personaje transmite ternura o angustia, dolor o ilusión. La realidad será su peor enemigo. Y la red solidaria de vecinos, familia y amigos es lo único que, si puede sostener, le permitirá una salida. Entre la desesperanza y el ahogo, y contada desde la rítmica televisiva del costumbrismo, la película habla de la esperanza y del sentido de la vida, en un mundo atravesado por la incertidumbre económica, el engaño y la hipocresía. FICHA: Título: El kiosko (Argentina/2019). Dirección y guion: Pablo Gonzalo Pérez. Elenco: Pablo Echarri, Roly Serrano, Georgina Barbarossa, Sandra Criolani. Duración: 94 minutos. Calificación: Apta para todo público.
La integración social es el eje de esta historia. Inteligente y áspera. Divertida y conmovedora. Una combinación inusual en el cine hollywoodense dada la dimensión del drama que cuenta. “Green Book” habla de cómo dos personas enfrentadas por sus diferencias culturales –de clase, de ascendencia, de color de piel -, desarrollan un acercamiento singular en una circunstancia particular: Un chofer blanco lleva a un pianista negro, a una gira de conciertos por el sur de Estados Unidos, en 1962, en completo desafío al segregacionismo imperante. La dirección de Peter Farrelly se apoya en acontecimientos reales, músicos reales, ciudades reales y profundos dramas sociales como las consecuencias del racismo y la esclavitud. “Green Book”, transcurre en plena lucha por los derechos civiles de la comunidad negra. Muestra el conflicto a través de un juego de opuestos: El virtuoso Dr. Don Shirley (Mahershala Alí, desbordante de talento) y su chofer y guardaespaldas, un italoamericano apodado Tony Lip (Viggo Mortensen, casi perfecto). Cada uno representa los prejuicios más arraigados en sus comunidades. Culturas minoritarias pero determinantes en la sociedad norteamericana. La tensión social nunca deja la escena. Por eso la película acierta al mostrar la transformación de la mirada hacia el otro. Una mirada que crece y se expande en esta road movie, intensa. Dramática y divertidísima. Una rareza en la industria. Y una lógica explicación para sus cinco nominaciones al Oscar: Mejor película, Mejor actor (Mortensen) y mejor actor de reparto (Alí), mejor guión (Nick Vallelonga y Peter Farrelly) y mejor edición. La historia cuenta que durante dos meses Don Shirley y Tony Lip, deben completar una gira de conciertos en lugares como Kentucky, Tennessee, Arkansas o Luisiana. El espíritu conservador más recalcitrantemente en su núcleo duro. Para orientarse en el viaje utilizan una joya de la arquitectura social del momento: el “Libro verde del automovilista negro”, que indica restoranes, hoteles, estaciones de servicio o almacenes, donde los negros son bienvenidos. Para evitar hostigamientos. Para ofrecer amparo. Lo confeccionó un cartero, un hombre negro de Nueva York llamado Víctor Hugo Green. Y se publicó entre 1936 y 1966. Todo un símbolo. Sutil. Nada grandilocuente. Pero determinante. Eso define a esta película. En “Green Book”, Farrelly, el director de “Loco por Mery”, “Tonto y re tonto”, o “Irene, yo y mi otro yo”, se escapa de los estereotipos. Utiliza el drama para ir a la comedia desde la paradoja, desde la ironía y la sátira. También desde la humanidad. Esta combinación le permite relatar como se construye la relación entre el excelso pianista negro y su chofer, un típico italiano del Bronx. Un retrato de época descollante en la inteligencia de sus diálogos, y conmovedor en su devenir, sostenido por grandes actuaciones y una apuesta musical para escuchar, y volver a escuchar sin aburrirse. FICHA: Título: Green Book. Año 2018. País: Estados Unidos. Dirección: Peter Farrelly. Elenco: Linda Cardellini, Viggo Mortensen y Mahershala Ali. Duración: 130 minutos. Clasificación: Para Todo Público.
Una idea de familia, donde lo que une es el cuidado y el amor. En eso se basa la nueva película del talentoso director japonés Hirokazu Koreeda. Un drama capaz de abrir las puertas de la soledad, sin perder la ternura ni el humor. Aún cuando desencadena al policial. La historia cuenta que al regresar de un robo Osamu y su hijo se encuentran con una niña que juega afuera de su casa. Está sola, es de noche y hace frío. La llevan a casa. Nobuyo, la esposa de Osamu, acepta cuidarla solo cuando entiende que la niña es maltratada por sus padres, presenta quemaduras, es callada y mira con tristeza. Pero con ellos, parece estar en calma. Así que Yuri, se integra al clan. A un clan disfuncional, a juzgar por ese robo de algunas chucherías, en un supermercado. De ahí que la película acierta con el nombre original de “Ladrones de tienda”. Osamu (Lily Franky) en verdad, trabaja como albañil, y Nobuyo (Sakura Andô) en una lavandería. El hijo, Shota (Jyo Kairi), lee mucho en su dormitorio armado adentro de un placard. Viven en casa de la abuela (Kiki Kilin), quien se las ingenia para que lo poco que tienen alcance para todos y que en ese espacio tan acotado que es su casa, convivan sin conflicto. También está Aki, la hermana de Nobuyo. Trabaja como striper. El director sitúa la historia en los suburbios de Tokyo. Y resulta muy accesible dado ese naturalismo tan típico en su forma de narrar. Propone una mirada filosófica sobre las relaciones filiales. Una apuesta fuerte del realizador de “La hermana menor”, que aquí parece exponer un interrogante: ¿Qué es una familia? ¿Alcanza la consanguineidad? Para responder, Koreeda avanza desde una red emocional guiada por el deseo, hacia un futuro impuesto por la ley. Pero por ley, familia no es un atípico puñado de seres que roba y miente más de la cuenta, allí donde la pobreza domina el paisaje. Koreeda se detiene en la sencillez y la fortaleza de los vínculos. Y será el tenor de esas pasiones lo que tensa la urdimbre y rompe la red. Sus personajes pasan de ser una típica familia suburbana, para cargar sobre sus espaldas una cadena de delitos que va desde el secuestro y el asesinato, al robo. El pase de lo cotidiano al policial se despliega con maestría entre esas calles de casas bajas. Y permite que cada personaje ofrezca una historia paralela desde la cual es posible reconstruir esa idea de familia, capaz de dar cobijo. Una familia como una postal de una tarde en la playa, donde cada uno ocupa su lugar. Lo que vendrá, abre el camino al mundo adulto. No solo para ese niño que es Shota, quien aprende a robar con su padre y le enseña a su hermana a robar. Con la evidente intención de construir poesía desde el realismo, Koreeda ganó con “Somos una familia” el último Festival Cannes. Y la película está nominada al Oscar 2019, como mejor filme extranjero. FICHA: “Somos una familia”. Título original: Manbiki kazoku. Japón, 2018. / Director: Hirokazu Koreeda/ Elenco: Kirin Kiki, Lily Franky y Jyo Kairi/ Duración: 121’ /Clasificación: Para mayores de 16 años
La vida Dick Cheney, el vicepresidente de Bush, en una impactante sátira dramática con un papel consagratorio para Christian Bale. Dick Cheney, el vicepresidente de George W. Bush, ya tiene su ‘bio’. Se trata de un moderno drama político que sigue su vida pública y privada por más de cincuenta años. Una sátira por momentos ligada al absurdo y en otros a la comedia negra. El humor juega de goleador bajo la diestra dirección de Adam Mckey (“La gran apuesta”) y permite un acercamiento muy personal al hombre que tuvo al mundo en sus manos. Permite comprender sus decisiones, aún las inhumanas, porque lo humaniza, paradójicamente, mientras cuenta cómo construye su poder. Es un hallazgo del filme: mostrar cómo la vida de millones de personas queda atada a los designios de un hombre común que bebía en exceso, que no había imaginado llegar al poder, y mucho menos ser vicepresidente de Estados Unidos. Sin embargo ahí está: Dick Cheney (Christian Bale) un personaje esquivo, reservado y conservador. Este hombre definió la vida política de EE.UU. durante las dos presidencias de Bush hijo (Sam Rockwell, magistral). Fue su ‘vice’ y en las sombras, el que movía los hilos. Es su ascenso y derrotero político lo que retrata “Vice”, o en su original: “El vicio del poder”. Habla del poder y de su magnificencia. Matiza con lo cotidiano, lo familiar de Cheney. Va de su incondicional esposa (Amy Admas) ó sus ataques cardíacos, a los actos de Estado más dramáticos. Comienza con el 11-S, donde Cheney, despiadadamente orquesta la trama que desemboca en las guerras con Afganistán e Irak por la falsa existencia de armas de destrucción masiva. A partir de ahí, el tono de comedia rigurosamente calibrado, se interpone entre el espectador y la tragedia. Aligera el drama histórico. Cuenta desde el absurdo y gana en fluidez y espontaneidad. Las actuaciones son todas impecables. Cheney fue el vicepresidente con más poder en la historia de EE.UU. Su mandato fue de 2001 a 2009. Su punto más álgido: el atentado a las Torres Gemelas. La película explica cómo su protagonista llega desde el llano, ahí, al corazón de la Casa Blanca. Desde que es un joven meritorio que reporta a Donall Rumsfeld (Steve Carrell) durante la administración Nixón (1969). Todo lo que sigue, describe a la perfección la matriz conservadora que sostiene al sueño americano. Podría ser para llorar, pero la magia de McKay logra que sea para reír. Para interpretar a Cheney, McKay eligió a Bale. Esto le aporta un altísimo margen credibilidad al personaje por la versatilidad y la solvencia de Bale (tres veces Batman, pero también “El maquinista” o “La gran apuesta”). Y supo jugarlo. Su papel ya le valió la nominación al Oscar y el galardón de mejor actor en los últimos eventos de la industria: Globos de Oro y Premios de la Crítica. La película logró en total, ocho nominaciones para los premios de la Academia 2019. Entre otros: Mejor película y mejor director. FICHA: Título: El vicepresidente: Más allá del poder/ USA, 2018 /Dirección y guión: Adam McKay/ Elenco: Christian Bale, Amy Adams, Steve Carell, Sam Rockwell/ Género: Biografía/Comedia dramática/ Duración: 2hs y 12’.
ROMA, o el emocional México de Cuarón La película es una suerte de México ‘for export’, según Alfonso Cuarón. Una propuesta sólida, dura y bella donde la estética nos salva del espanto (Por Patricia Chaina. Especial para Motor Económico) Ya sabemos que es larga, que es lenta, que es en blanco y negro. Sin embargo Roma, la película del mexicano Alfonso Cuarón se está llevando todos los premios de la temporada. Y es favorita en la serie que culmina con el Oscar, a fines de febrero. Algo raro pasa con la industria. Y Cuarón lo sabe. Su película se exhibe por Netflix y en pequeños circuitos de salas. La imagen electrónica se apodera del séptimo arte. Los relatos se adaptan a la transformación tecnológica del nuevo milenio. Hacía 16 años que Cuarón no filmaba en México. Y para volver se internó en su pasado y escribió un relato sobre su herencia afectiva. Lejos de la atmósfera lograda en Gravedad (2013) o de la fantasía del tercer Harry Potter, más cerca de: Y tu mamá también (2001), por sencilla, por realista. Esta historia navega entre la realidad y la memoria. Sus protagonistas son los recuerdos de su infancia en colonia Roma, en México DF. Su familia, su casa, su nana, sobre todo su nana, llamada Libo -por Liboria-, en la vida real. Aquí se llama Cleo. Una gran interpretación de Yalitza Aparicio, quien pensaba ser maestra jardinera hasta que llegó por casualidad al casting de Cuarón. Y él la eligió. En riguroso blanco y negro y con una atrapante variedad de grises, la película se instala en su época. Exhibe una letanía que evoca al tiempo real, a la rutina. Muchas secuencias son grandes escenas sin cortes que conviven con las panorámicas en cinemascope donde se amplifica el horizonte. El agua tanto puede lavar un piso de mosaicos como ser agua de mar, inmenso, bravo. Ese es un hallazgo ético y estético del filme: cada elemento se transfigura por el paso del tiempo. Todo se vuelve mágico, hasta el vaivén del agua sobre el piso de mosaicos. Un riesgo sin embargo, al borde del precipicio de la vanidad, en una puesta donde la forma domina el relato. La pobreza y la desigualdad de la sociedad mexicana vistas desde sus ojos niños, no entran en cuestionamiento, están dadas. Y allí reside su debilidad narrativa. Su Cleo no sufre su pobreza ni padece la soledad. No es un problema de actuación. Es de guión. Así y todo, la soledad y el dolor, son igual de crueles para las dos mujeres de esa casa: su nana y su madre (Marina Taviro). Eso permite establecer un vínculo entre ellas. En ese sentido, la película es genuina. Como el fresco que propone sobre lo cotidiano. A ese registro colaboran los subtitulados del mixteco, un habla muy popular en las afueras del DF, tanto como los exteriores en las calles del centro, en los barrios o en la playa. El clima del realismo está logrado Pero ostenta una tendencia hacia el estereotipo: Toma tres episodios de identidad mexicana: un temblor; una protesta interferida por comandos parapoliciales armados y entrenados que termina en matanza, y el embarazo no planificado de una joven empleada doméstica. Es la relación que establece esta joven con la familia para la que trabaja, en especial con su patrona, lo que da cuerpo al relato. Y allí gana la narrativa que recrea esa infancia, la de Cuarón. Porque de eso se trata. De su matriz identitaria transformada en película, con las mejores herramientas de la industria a su disposición. Eso se premia de este retrato sobre la cosmopolita de Ciudad de México en los ‘70. Se premia lo simple, lo bueno, lo bello. Se premia al tecnicolor del blanco y negro de su fotografía. Se premia al espíritu de la contemplación, en tiempos de violencia. Se premia la narrativa perfecta donde el pacto de convivencia entre pobre y ricos queda sellado por la afectividad. Hollywood está de fiesta. No sería raro que Roma fuera coronada mejor película de 2018, aun siendo “de habla no inglesa”. Lo cual, le haría justicia: Su valor estético desborda la solvente poética de su realización, aunque la vida real, sabemos, no suceda en blanco y negro. FICHA: Título: Roma. País: México, 2018. Director, productor y guionista: Alfonso Cuarón. Elenco: Yalitza Aparicio y Marina de Tavira. Duración: 135’, SAM 16. Disponible en Netflix.
Dirigentes peronistas detenidos en el Penal 15 de Río Gallegos, ofrecen una singular lección de historia en esta recreación de un hecho real. (Por Patricia Chaina. (Especial para Motor Económico)) De las anécdotas que construyen la grandeza del peronismo quizá las más interesantes sean las menos conocidas. Muchas de ellas, por la magnificencia que ostentan aún sin proponérselo, se convierten en estandarte, en emblema. Son situaciones “de película”. La fuga del Penal 15 de Río Gallegos en 1957, es uno de esos momentos, épicos. Traslado al cine por Martin Desalvo, el acontecimiento que cimentó una leyenda se ofrece no solo como una postal de época, en una ficción dominada por los criterios del suspenso carcelario como género. Permite una relectura del peronismo como movimiento político y de su dimensión histórica, ampulosa, desbordante, ecléctica. A ese fin del mundo que bien retrata la película, un páramo árido y frío en el desierto patagónico, fue confinado un grupo de dirigentes cuando la Revolución Conservadora arrasa con el país construido por el peronismo. Con Perón en el exilio, la Patria y la vida de estos dirigentes corren peligro. Desalvo elige reducir el grupo a los diputados Héctor Cámpora y John William Cooke, al ultraderechista Guillermo Patricio Kelly y al financista Jorge Antonio Chibene. Aunque en la realidad José Espejo, dirigente de la CGT, y el petrolero Pedro Gomis completaban el cuadro. La película logra una versión ágil y entretenida de esta proeza ya bautizada por la prensa de su época como “una fuga de película”, que permitió a los prófugos atravesar la frontera, llegar a Chile y salvar sus vidas. Pero aún cuando el espectador conozca la historia, el filme se sostiene de principio a fin con un alto nivel de tensión y suspenso. Es una de sus virtudes. Y la trama que maniobra entre el ambiente carcelario, muy realista y la actitud de los personajes, guiados por motivaciones personales y políticas que se convertirán en líneas doctrinarias, muy definidas y diferentes, dentro de ese arco político. Desalvo dirige un elenco sólido donde el peso actoral de cada uno suma densidad al relato: Campora es interpretado por Carlos Belloso; Kelly por Diego Gentile; Jorge Antonio por Lautaro Delgado; y Cooke por el actor y también dramaturgo Rafael Spregelburd. Cada uno asume su personaje con solvencia. Los contrapuntos del guion ofrecen diálogos intensos. Y las actuaciones responden a la propuesta construida sobre un moderno andamiaje técnico: luz y sonido en ajustada sintonía y una puesta de cámaras que falsea los encuadres tradicionales y lleva al espectador a la reflexión. Parece volver a decir: ‘Esto es ficción, pero fue real’. Ese sentido de realidad entrando en cuadro, habita el espíritu del filme. El afuera ingresa en forma recurrente y convierte la anécdota en metáfora de la realidad. No solo por una mala costumbre histórica en nuestro país, donde los dirigentes opositores, peronistas en general, son detenidos cada vez que hay un régimen conservador en el poder, sino porque en las últimas secuencias de la película, donde solo el criterio de unidad permite pensar en la posibilidad de concretar la fuga, no es posible dejar de pensar en 2019, y en lo que vendrá. Unida XV afiche.png Ficha: Título original: UNIDAD XV / País: Argentina / Año: 2018 / Director: Martín Desalvo / Elenco: Lautaro Delgado, Rafael Spregelburd, Diego Gentile y Carlos Belloso / Guión: Francisco Kosterlitz y Martiniano Cardoso / Fotografía: Nicolás Trovato / Diseño de sonido: Flávio Nogueira / Música: Jorge Chikiar / Duración en minutos: 104 M. Chaina
Altares rojos emergen día a día al costado de las rutas en devoción al Gauchito Gil, santo pagano de los desposeídos, degollado a fines del siglo XIX. En ese mito se basa la nueva película de Cristian Jure (“Alta cumbia!”, “Diez veces venceremos”, entre otras). Una osadía si se tiene en cuenta la pregnancia del mito de ese gaucho rebelde, en el imaginario popular de la Argentina actual y del Gran Chaco, lugares donde nace y crece la leyenda del niño que luego fue soldado y luego desertor y justiciero, circa 1850. Cuenta la historia que el niño Antonio Mamerto Gil recibió el cadáver de su padre muerto en la guerra contra Paraguay, vio raptar a su hermanita y vivió el despojo de su familia de sus tierras. Así comienza esta ficción basada en el libro "Colgado de los tobillos", de Orlando Van Bredam. El protagonista, interpretado por el paraguayo Jorge Sienrra, construye su destino errante en un contrapunto permanente con el hombre que fue su superior y ahora lo persigue, una convincente composición de Diego Cremonesi, un milico modelo al servicio de los terratenientes, que habilita el destierro de las familias nativas y la usurpación de sus campos. El joven soldado deja el ejército ante las atrocidades de su tropa alejadas de toda justicia. Desafía la condena a la pena de muerte que le cabe, y se dedica a recorrer los campos. Roba y huye, rebelde y fugitivo. Comienzan sus hazañas. Es perseguido y es idolatrado. La gente lo cuida. No hace milagros. Hace justicia. Recorre los esteros correntinos hasta el corazón del monte paraguayo y su leyenda se expande. Eso muestra la película, de manera ágil y atractiva. Tiene color y es inquietante en su propuesta estética. En las escenas de las peleas, en las batallas y en el cotidiano de la vida en el la vida en el campo ajeno al mundo de las grandes estancias, la película encuentra sus mejores momentos. La ambientación como virtud no es menor en una tradición cinematográfica que no abunda en esa mirada donde el protagonista es la pobreza. Hay excepciones, el Juan Moreira de Fabio brilla en esa soledad. En relación al género y ligado al western, la propuesta rememora al Aballay de Fernando Spiner “el hombre sin miedo”, imaginado por Antonio Di Benedetto. Hay una historia de amor, por supuesto. Y hay un equipo de realización de mayoría paraguaya, que le hace honores a esta filmografía de época en el continente. Gracias Gauchito combina el clima de aventuras con la raíz de una religiosidad popular todavía ardiente, ahí en Corrientes, cerquita de Mercedes, donde cada día, su capilla es visitada por cientos de fieles. gracias-gauchito-c_8874_poster2.jpg Título: Gracias Gauchito. Año: 2018. País: Argentina. Coproducción argentino paraguaya. Dirección: Cristian Jure/ Guión: Cristian Jure basado en el libro "Colgado de los tobillos", de Orlando Van Bredam. Producción: Fernando Sokolowicz - Dani Da Rosa / Música: Gonzalo Ferrer/ Fotografía: Nicolás Gorla/ Montaje: Jerónimo Karranza - Klaus Borges / Elenco: Jorge Sienrra, Diego Cremonesi, Dani Gonzalez, Lali Gonzalez, Héctor Silva.
Pañuelos para la historia: Madres Nora Cortiñas con madres kurdas en un documental donde las escenas se salen de agenda y se interviene la realidad: activa una presentación ante la ONU exigiendo justicia y visibiliza la lucha de estas mujeres en un país musulmán. (Por Patricia Chaina (Especial para Motor Económico)) Una película de profunda raíz filosófica. Muestra, a través de un registro documental muy sencillo, el viaje de Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, al Kurdistán turco para reunirse con madres de desaparecidos kurdos que se inspiraron para su lucha en las Madres de Argentina. Y en un interesante giro narrativo, cuenta del asesoramiento y la colaboración que Nora realiza, como veedora internacional ante la ONU en Ankara, para la presentación de un documento donde las madres kurdas piden justicia y logran que su reclamo tenga visibilidad. Esta Madre de la Plaza que hasta el año 77, cuando desaparece su hijo Gustavo, era una profesora de corte y confección, de alta costura, se mueve con cierta dificultad pero no se la ve desanimada. Nora recorre las aldeas y los caminos campesinos de Turquía. Escucha. Explica. Su encuentro con las asociaciones de madres de desaparecidos y asesinados kurdos, y su sensible acercamiento a esa historia, a partir de los relatos, son el fondo sobre el que se gesta durante la realización del filme una presentación formal ante la ONU, algo que estaba por fuera del libreto. Y para estas mujeres, no se trata de algo menor. Se trata del reconocimiento de una lucha de doble vía: por un lado está el reclamo de justicia por sus hijos y por el otro, el reclamo por el lugar de la mujer, en un país de tradición musulmana y de alta conflictividad social. La cultura kurda se remonta a los pueblos mesopotámicos que cimentaron las bases de la herencia greco romana. En una zona entre ríos, gestaron por ejemplo, la escritura. Y formaba parte de un país próspero, Kurdistán, hasta que al terminar la Primera Guerra Mundial, fue repartido entre sus cuatro vecinos: Turquía, Siria, Iran e Irak. La propia historia de Turquía, de mucha similitud con la Argentina por la crudeza de sus golpes de Estado, provoca luego crueles enfrentamientos y persecuciones ante la resistencia y la lucha del pueblo kurdo por su autonomía. Entre 1991 y 1995 se contabilizaron 17.000 desapariciones. Y son las mujeres de esas familias, sus madres y sus hermanas las que se rebelan ante la masacre y el silencio, y piden justicia. Los relatos son desgarradores, pero el documental dirigido por Alejandro Haddad (1997- 2014) y Nicolás Valentini, no se queda en la descripción de los hechos. Es capaz de intervenir sobre la realidad. Y al promover las gestiones para que Nora y las organizaciones kurdas, elaboren y presenten el primer documento ante la ONU, se inscribe dentro de una tradición que se liga a la perfomance política, en el más amplio sentido de los términos. Ficha:Título: Pañuelos para la Historia / Dirección: Alejandro Haddad y Nicolás Valentini / Producida por Inanna, Cine Aparte, INCAA y Espacio Santafesino/ Música original: José Luis Piccinini / Montaje: Nicolás Valentini con asesoría de Juan Mascaró. Pañuelos para la historia flyer.jpg