Esta es la ópera prima del director y guionista Pablo Gonzalo Pérez, comienza haciendo una referencia a la crisis económica que vivimos a diario, a través de la información que escucha el protagonista en la radio mientras va y viene de su trabajo, un padre de familia, en este caso Mariano (Pablo Echarri, “Al final del túnel”, “Happy hour”), tiene una vida rutinaria y a sus 46 años está harto de trabajar en esa oficina y se desarrolla en algo que no le gusta, la paz la encuentra en su casa junto a su esposa Ana (Sandra Criolani) y su hija Belén.
Mariano invadido por los recuerdos de su niñez, visita el kiosco de aquellos años, allí sigue a cargo Don Irriaga (Mario Alarcón, “Mamá se fue de viaje”), después de ese reencuentro con parte de su pasado decide dar un giro a su vida, termina aceptando el retiro voluntario en su trabajo y compra ese negocio, a puesta todo a este emprendimiento. Pero al poco tiempo la calle es cerrada y queda aislado por la construcción de un viaducto (toca un tema de actualidad que afectó y afecta a varios comerciantes).
Ante tal desesperación de perderlo todo monta en cólera, está furioso, va agotando todos los caminos, su único cable a tierra es un pizzero y curandero que tiene su negocio a la vuelta Charly (Roly Serrano, ya trabajo en un corto con este director en “Te llevo en la sangre”), además hay otros personajes que van aportando situaciones divertidas, románticas y emocionantes. Retrata ciertas personas, a los que estafan, a los que se juegan por una idea, a los que tienen principios, sueños y a los luchadores ante la adversidad. A veces no hay que bajar los brazos, una historia que te lleva a la reflexión. Dentro de los créditos finales hay escenas extras.