Eli Roth, el gran amigo de la tortura porno en el género de terror, regresa esta semana a los cines con esta fallida remake de Los sádicos (Death Game), un clásico de culto que en 1977 protagonizaron Sandra Locke (El renegado Josey Wales) y Colleen Camp (Apocalipsis Now).
En su momento fue una de las tantas producciones que presentaron psicópatas que acechaban casas de familias decentes.
Una temática que se volvió muy popular gracias al éxito de filmes como The Last House on the Left (Wes Craven), Perros de paja (Sam Peckinpah), The House by The Lake (producida por Ivan Reitman) y Last House on Dead End Street (Roger Watkins).
Entre 1972 y 1980 cualquier historia que se enfocara en algún asesino que invadiera hogares y torturara gente convocaba público a los cines.
Sin ser una obra maestra del género, Los sádicos con el paso del tiempo se convirtió en un film de culto y quedó en el recuerdo por el hecho que los asesinos en esta producción estaban representados por personajes femeninos.
Lo que hizo diferente a esta película, frente a otras propuestas similares, fueron las interpretaciones de las protagonistas y la elección del director Peter Traynor de concentrarse más en la tensión y el suspenso en lugar de la violencia gráfica.
La remake de Roth básicamente es la versión incompetente de la película original.
El director de Hostel tomó la misma historia de 1977 con la intención de adaptarla en la cultura del siglo 21, donde tienen un rol importante las redes sociales.
Roth comienza muy bien la película con la presentación de los personajes principales y la construcción del conflicto.
Lamentablemente el film luego se hunde por completo cuando entran en juego las psicópatas interpretadas por dos actrices malísimas como Lorenza Izzo (la esposa de Roth) y Ana de Armas.
Más allá de no tener ningún tipo de talento para interpretar roles de este tipo, ambas chicas generaron que las villanas se vean como un par de retardadas irritantes en lugar de darle vida a los personajes aterradores que debieron ser.
En las escenas en la que debían que actuar como desequilibradas mentales las actuaciones son terribles y esto aniquiló el film.
Sumado al hecho que sus acciones no tienen ningún tipo de sentido, ya que el director se limita a retratarlas como dos jóvenes sádicas que torturan a un hombre porque tienen tiempo libre, el film es una versión extremadamente estúpida de lo que fue la producción original.
Sandra Locke y el realizador Peter Traynor fueron los productores ejecutivos de esta remake y también hay una breve cameo de Colleen Camp, pero esta nueva versión terminó siendo otra película olvidable de Eli Roth.
A diferencia de los filmes de Hostel el director esta vez relegó a un segundo plano la violencia gráfica y el gore para concentrarse en los aspectos psicológicos del conflicto, sin embargo el film no termina de funcionar debido a las interpretaciones pobres de las protagonistas y la numerosas situaciones tontas que presenta el argumento.
Inclusive la actuación de Keanu Reeves es pobre y en las escenas en que lo torturan sus reacciones generan risa cuando debería suceder lo contrario.
El lado peligroso del deseo logra ser entretenida por lo mala que es y ese no es precisamente un motivo sólido para recomendar su visión en el cine.