Con pocos recursos, pero con muchas ganas de recuperar un estilo de cine retro que bucea en los orígenes del género para poder así potenciar una anécdota disparadora de una narración, “El lado peligroso del deseo”(USA, Chile, 2015), de Eli Roth, termina por cumplir con todas sus promesas que desde su sinopsis se anunciaban.
Un ejemplar padre de familia (Keanu Reeves), arquitecto, se queda solo durante un fin de semana en su casa para poder terminar un trabajo. Mientras en medio de música vieja y alguna sustancia “inspiradora” escucha a lo lejos que alguien golpea varias veces a su puerta.
Al acudir al llamado se encuentra con dos jóvenes (Lorenza Izzo, Ana de Armas), quienes, empapadas por la lluvia, solicitan la posibilidad de utilizar el teléfono para conseguir un taxi que las lleve al destino que debían acudir.
Al principio Evan (Reeves) duda, pero tanto Genesis (Izzo) como Bel (de Armas) le inspiran confianza, por lo que por unos instantes se quiebra la duda y la posibilidad que ingresen al domicilio es un hecho.
Pero de pronto todo se sale fuera de control, las jóvenes desaparecen dentro del domicilio y comienza una lucha entre Evan y ellas por tomar las riendas de los acontecimientos que inevitablemente llevan a que éste caiga en la tentación de compartir con ellas algo más que un llamado telefónico.
Pero al otro día todo es peor, porque Genesis y Bel siguen allí, su familia lo busca, los vecinos se acercan, y todo el imaginario que rodea a Evan, sobre el honesto y amoroso padre de familia que es, sobre el sólido vínculo que ha logrado con su mujer (Ignacia Allamand), al parecer, se desmoronará por la tentación en la que cayó.
Roth va dosificando la acción a través de la exploración del universo de Evan y su hogar, los objetos, los detalles de la casa, para luego sobre ese mismo planteo desencadenar la serie de eventos desafortunados que transformarán una noche de tentación en un presente de miedo y terror.
La amenaza constante sobre Evan es trabajada con climas claustrofóbicos y atmósferas que prefieren prevalecer la tensión increscendo y se apoya para esto en el registro episódico de cada una de las situaciones en las que Evan se subyuga bajo el poder de las jóvenes.
Es interesante también cómo a partir de la incorporación de la tecnología en la trama, y las redes sociales, el relato se dinamiza y además actualiza este discurso que bien podría haber sido parte de uno de los episodios.
Pero más interesante aún es el tratamiento psicológico de cada uno de los tres perfiles enfrentados, que bucean en lo peor de las miserias humanas, de sus excesos, de los desbordes y los miedos, de las fantasías y, porque no, también de la libertad de algunos frente a los sesgos de otros.
Eli Roth y el elenco se divierten con una película de género que no se toma en serio y que justamente eso es lo que termina generando disfrute y placer en el espectador.