Adictos al dinero
Martin Scorsese es un narrador grandilocuente que olfatea las historias de la vida real que pueden resistir los trucos de su ojo de mago. El lobo de Wall Street es un relato de tres horas basado en el caso de un corredor de Bolsa que se enriqueció en la década de 1990 en Estados Unidos, y dejó a su paso feroz, una estela de estafas, corrupción, obscenidades y traición. Scorsese retrata el ascenso rápido e impúdico de uno de los tantos tipos que pusieron a funcionar el sueño americano sin reparar en gastos ni daños morales.
Wall Street era la Meca de Jordan Belfort pero al final inventó su propia empresa, donde se convirtió en el gran lobo de acciones ficticias, vendedor de humo con ropa cara. Leonardo Di Caprio interpreta el rol del hombre loco por el dinero y la especulación, un adicto a todo lo que marque la diferencia entre él y un trabajador que suda la camiseta.
El actor, en nueva alianza exitosa con Scorsese (filmó Pandillas de Nueva York, El aviador, Infiltrados, La isla siniestra) ofrece un trabajo intenso, por momentos agotador, por la exigencia física, la exposición de su cuerpo y el ritmo con que muestra cada una de las reacciones de Jordan a la cocaína, el crack, las píldoras, el alcohol, las orgías y un largo etcétera que el director expone en tono de comedia. El lobo de Wall Street transita la biografía del millonario como una parodia estridente y fastuosa en la que el director recrea ambientes de despilfarro y, al mismo tiempo, plantea el caso con el tono falso y chillón de un spot publicitario que no esconde el engaño.
La película tiene diálogos interesantes en los que Di Caprio se luce, bien escoltado por un elenco estupendo, los amigos de Belfort. En la banda de estafadores se destaca el actor Jonah Hill como Donnie, socio fundador de Stratton Oakmont.
La película marca el paralelismo entre la compulsión al dinero, la adicción al sexo, las acrobacias para lucir cada vez más transgresor, provocando al FBI y al sentido común. El personaje es el resultado megalómano de una filosofía de vida que Scorsese satiriza hasta la última palabra. El drama a lo Marty, segundos geniales cuando la realidad logra que Jordan mire alrededor, muestra el derrumbe de la pareja; Jordan al borde de una escalera, paralizado por las drogas; el ataque de locura homicida.
Di Caprio construye el personaje desde la desmesura durante tres horas de histrionismo demoledor. La bellísima Margot Robbie, como su esposa Naomi, aporta la cuota de sensualidad, cómplice de las relaciones procaces que Jordan mantiene dentro y fuera del hogar. Scorsese acompaña los momentos de máxima adrenalina con el tema Mrs.Robinson, concepto que podría pensarse como un símbolo de iniciación sexual, a tono con el paralelismo constante entre dinero y sexo.
El director, con el sentido del humor y la furia narrativa que lo caracterizan, sacude el tablero global de los corredores de Bolsa que señalan una nueva ética, sus leyes y jerarquías.