Una joya sin pulir de Scorsese.
Para mí Martin Scorsese es uno de los grandes protagonistas de la historia del cine. Su estilo de dirección sin lugar a dudas revolucionó el modo de contar historias en la pantalla grande. Luego de su gratificante incursión en el cine para la familia con Hugo, el director regresa a lo suyo con la adaptación cinematográfica de una historia real que encaja a la perfección con su estilo fílmico. The Wolf of Wall Street es una película visceral y explícita con momentos brillantes, pero también con muchos defectos.
Es evidente que los productores le han dado al director una licencia extraordinaria esta vez, y Scorsese la ha aprovechado. The Wolf of Wall Street es una película innecesariamente larga, que recicla un mismo mensaje una y otra vez hasta el hartazgo, a partir de diferentes escenas que apenas varían su contenido. Droga, sexo y demás excesos una y otra vez, repetidas veces. Y no es que no sea un trámite divertido, sino que simplemente atenta contra el filme en su conjunto, porque invierte demasiado tiempo en una arista, descuidando todas las demás. Hay, increíblemente, errores de edición grotescos, como ser cambios de planos no sincronizados.
Hay grandes momentos en la película. Diálogos brillantes, escenas desopilantes y secuencias que incomodan al espectador como sólo Scorsese sabe lograrlo. La interpretación de Leonardo DiCaprio es magistral y el elenco co-protagónico también hace un excelente trabajo. Y es que The Wolf of Wall Street no es un fracaso catastrófico. Es entretenida, está soberbiamente actuada y de tanto en tanto brilla como un diamante en bruto. El tema es que una joya sin pulir no llega a mostrar todo su esplendor.