Wall Street es un monstruo. Si quieres entrar a trabajar ahí y no eres uno, estás perdido. Al menos esa es la premisa que Martin Scorsese nos plantea en su nuevo filme de estafas, de la mano de su actor consentido Leonardo DiCaprio. Leo es Jordan belfort, un hombre que se abrió paso a través del monstruo económico de los Eu pero no dentro de él, sino como una competencia, como el hombre que aprendió lo secretos y encontró la manera-no muy ética- de amenazar ese imperio capitalista con su propio imperio, rodeado de personas dispuestas a todo con tal de conseguir unos pocos dólares a costa del resto.
El dinero lo es todo, o eso parece decirnos el filme. Y aquí podemos hacer una pequeña comparación muy burda. Como si fuera un American Pie de adolescentes. Y no porque se trate precisamente de adolescentes, sino por todos los excesos que provoca el ser descaradamente millonario. Drogas, sexo, alcohol y todo ese tipo de descontrol que provoca saberse lejos de la ley y cerca de cualquier cosa que a uno se le antoje. Para que al final te alcance la resaca del día anterior y descubras que todo lo que tenías era una mala broma solo porque a alguno de tus colaboradores -como buena película de ciencia ficción en la que el villano siempre es creado por el mismo héroe- te delate por accidente o con plena conciencia) y entonces se termine todo el sueño.
Basada en el libro de memorias del protagonista mismo, El lobo de Wall street encuentra su mayor fortaleza en las actuaciones y en la dirección, que son capaces de dotar a un guión bastante plano -y muy confuso y
aburrido por aquellos que no somos amantes de los números y la economía- en una película entretenida en su segunda mitad y que causa una impresión de anhelo. Como si fuera una de esas pláticas de "Usted también puede ser millonario sin importar su orígen" que al fin y al cabo es lo que terminó haciendo Belfort. Cualquiera que sea su enfoque, al final la moraleja que captamos es "Si lo quieres, lo puedes", y si esta vez la academia lo quiere, podría convertirse en el primer premio del siempre despreciado Di Caprio.
Y por cierto, singo sin creer que Jonah Hill le haya robado la nominación a Daniel Bruhl. No lo merece.