El precio del poder
En El ministro (L'Exercice de l'État, 2011), el realizador Pierre Schöller introduce al espectador a un tour de force de las miserias, estrategias y caos de la cocina política de un gobierno.
Muchos conocerán a Olivier Gourmet por su participación en Rosetta (1999) y El hijo (2002), films de los hermanos Dardenne (aquí productores). De rostro adusto y enorme presencia, se trata de uno de los grandes intérpretes del cine que por este rol fue merecidamente reconocido en la edición 2011 del Festival de Cine de Mar del Plata. Schoeller utiliza todos sus recursos para conducirlo en este implacable relato sobre el “ejercicio del Estado”, título original del film (el Estado se ejercita, no es solamente un sustantivo; significación no menor).
Gourmet le da vida a un ministro de transporte que debe lidiar con varios conflictos, con sus superiores y sus subalternos. El principal de ellos está relacionado con la posible privatización de este servicio, a la que él se opone. Al mismo tiempo, su desbordada mente tendrá que intentar apaciguarse para salir lo más indemne posible. Tarea nada sencilla que es retratada con solvencia narrativa por el realizador, que le imprime al relato un aire entre claustrofóbico y paranoico, merced a una puesta en escena en donde hay muchos planos secuencias y un trabajo fotográfico que “achata” los espacios interiores.
Hay varios puntos de giro vinculados a las mezquindades de la política, a los que los espectadores accederemos a través del punto de vista del ministro. En ese sentido, la película bien puede leerse como un thriller, pero también como un descarnado drama en el que un hombre se debate entre el “deber” y el “poder (hacer)”. Un accidente que lo tiene como protagonista (secuencia implacable, contundente) hará que las decisiones deban tomarse con mayor rapidez, y que el entorno (el gobierno, los ciudadanos) se ajuste a tal circunstancia.
El ministro abre un debate en torno a las limitaciones y beneficios del sistema democrático actual, tema que no se circunscribe solamente a la realidad política francesa, sino que se amplía hacia todos los países que tienen ese sistema de gobierno. Por lo tanto, bienvenido sea este film riguroso desde lo formal y dialéctico desde lo argumental, un entretenimiento sólido que nos hará reflexionar.