Una melancólica road movie sobre un sicario que no puede matar. Tremenda labor de Sacristán que regresa a su mejor forma, la de aquellos años de la transición española en la que su presencia llenaba el cuadro de cualquier película. Rebollo plantea la trama de manera inteligente y utiliza el relato en off de una manera original, tanto que nunca redunda, por el contrario aclara y mucho...
Buena fotografía, decorados encantadores y ciertos toques de ironía y humor negro que redondean esta interesante propuesta fílmica.