Oculto para ser visto
El Mural es la última producción de Héctor Olivera, prestigioso realizador y productor argentino, premiado dos veces con el Oso de Plata en el Festival Internacional de Cine de Berlín, por recordadas películas como “La Patagonia rebelde” y “No habrá más penas ni olvido”, y director entre otros films también premiados como La nona, La noche de los lápices y su último film Ay Juancito. En la mayoría de los casos, plasma en el cine la realidad de un país que confecciona incidentes a diario.
En este caso se sumerge en parte de una historia donde la política, el arte, la literatura, las pasiones y los dramas familiares se barajan de una manera única. E imaginar una trama así, con la posibilidad de que sea cierta, pocos realizadores serían capaz de abordar.
Menciona cuando el muralista mexicano, David Alfaro Siqueiros (Bruno Bichir), llega al país en los años treinta para exponer y dar una conferencia. Además con el deseo de pintar un mural con temática revolucionaria en un gran silo de granos ubicado en La Boca. Todo se frustra.
Y el millonario Natalio Botana (impecable Luis Machín), poderoso editor del diario Crítica y amigo del Presidente de la Nación Agustín P. Justo (Luis Campos) le propone pintar un mural en el sótano de su quinta Los Granados, una gran mansión ubicada en las afueras de la ciudad.
Siqueiros acepta el trato, llama a su mujer Blanca Luz Brum (Carla Peterson), que había dejado en Montevideo. La cinta, con Los Granados como escenario, entre celos, muertes, enfrentamientos y una contradictoria Salvadora Medina Onrubia, (la siempre correcta Ana Celentano), hacen que la mansión se transforme en un campo minado, y que cualquiera lo pueda hacer estallar.
La película es sumamente correcta en detalles de vestuario y escenografía, al igual que la mayoría de las interpretaciones, que dan una imágen casi calcada de la época.
El film pasa cortesmente, pero deja pocas sensaciones en su camino, quizás falta de dramatismo (por ejemplo en la escena de la muerte) o las pasiones que eran desmedidas, pero poco transmitían.
La historia impacta por el contenido y por las personalidades que convivieron y transitaron por esos jardines: Pablo Neruda (Sergio Boris), entonces Vicecónsul chileno en Buenos Aires y amigo personal de Siqueiros.