Un hombre de mundo
Probablemente hayan escuchado alguna vez hablar de él. Su nombre está asociado a grandes hazañas y de inmediato pensamos en grandes viajes, pero… ¿realmente sabemos quién fue Vito Dumas?
El documental biográfico sabe tener estas riquezas, el poder abordar la figura de personalidades a las que el tiempo envolvió en un halo de misterio. Quitarles la figurita y volverlas humanas con sus claroscuros y contradicciones, desentrañar el por qué hay tantos interrogantes a su alrededor.
Al pensar en este tipo de documentales, la primera referencia que se nos vendrá a la mente es la mítica y excelente Yo no sé qué me han hecho tus ojos de Lorena Muñoz y Sergio Wolf, alrededor de Ada Falcón y su repentina reclusión de la luz pública. Podríamos pensar que nada tiene que ver Vito dumas con eso; sin embargo, podrían trazarse algunos paralelos en sus devenires.
Nacido a inicios del Siglo XX, Vito Dumas fue un deportista y reconocido navegante argentino, famoso por haber realizado cuatro grandes viajes en solitario, principalmente aquel en que dio la vuelta al mundo. Algo que parecía imposible en aquel entonces.
Como suele suceder, su figura puede tener una mejor posición a nivel mundial en el ambiente de la navegación, comparando con la que tiene en su propio país, en donde recién a inicios del Siglo XXI se le entregó (obviamente post morten) un reconocimiento estatal.
El navegante solitario es la ópera prima de su realizador, Rodolfo Petriz, lo cual hace doblemente destacable su labor. Lejos de tomar un camino sencillo para su concreción, aborda una figura sobre la cual investigar no es tarea sencilla.
Pareciera que en los clubs náuticos hablar de Vito Dumas fuese algo sacrílego ¿por qué es esto? De eso se trata en gran parte El navegante solitario. ¿Cómo un hombre que se embarcó en una proeza por todo el mundo y la documentó en valiosos volúmenes escritos, es a su vez un hombre del que se habla poco y que durante muchos años fue vilipendiado y olvidado?
De ese no se habla
Petriz se vio en la difícil tarea de tener que investigar sobre una figura de la que muchos se niegan a hablar y de la que no abunda el material, más allá de sus propios textos y cartas marítimas. De hecho, este es el mayor inconveniente de El navegante solitario y lo que termina marcando su tono y estilo.
Petriz planeó una estructura documental básica, tradicional, pero cuenta con poco material de archivo y no muchos testimonios. Obviamente, tampoco posee un abultado presupuesto. Por ello se vale de otros recursos para poder suplir y complementar, entregando así un resultado dinámico que termina contagiando ese espíritu aventurero.
A través de las típicas entrevistas con el director omnipresente, algunas fotos y documentos, animaciones instructivas, y una ficcionalización del propio Dumas (con una voz en off que relata en primera persona sus textos de navegación), conoceremos su travesía a la par que su devenir, muy atravesado por la coyuntura histórica.
Si bien se divide en los cuatro viajes, hay dos tramos marcadamente diferentes en El navegante solitario. Con una duración algo extensa (108 minutos que se alargan), en la primera mitad, además de conocer sus orígenes y primeros viajes, veremos cómo antojadizamente fue “nombrado” como mufa en el ambiente de la navegación de ese entonces, por lo que casi nadie quería relacionarse con él. Esto, que parecería una zoncera, le trajo más de una complicación.
Una dictadura y un amor
Pero eso no es todo. En la segunda mitad del documental, veremos cómo cuasi caprichosamente queda en medio de una grieta coyuntural entre el peronismo y el antiperonismo. Aquí se permite desplegar mayores aristas, y es bastante más rica que la inicial.
Un testimonio se anima a adelantar que Dumas no era peronista y simplemente quedó relacionado como figura popular. Su viaje alrededor del mundo fue realizado en plena Segunda Guerra Mundial, y el advenimiento del primer gobierno de Perón lo “sorprende” en medio de un viaje en donde es víctima de un sospechoso hecho/atentado perpetrado por los EE.UU.
A su regreso, recibe un nombramiento naval por parte del gobierno; y cuando este es derrocado por la infame Revolución Libertadora, trayendo consigo la proscripción de todo lo que se considerase peronista, Vito Dumas “cayó en la volteada” y fue presa de una desidia y abandono que lo terminó liquidando.
En este tramo se puede utilizar su figura para hablar de tantas otras, de la historia de un país, y de una grieta que claramente no se inició en los años recientes.
Hay también otro misterio que guía a El navegante solitario, el de las iniciales con que fueron nombradas sus dos primeras embarcaciones. LEHG, aparentemente un gran amor que los testimonios conocen pero se rehúsan a revelárselo al director/entrevistador, quizás para enaltecer esa figura misteriosa de los mares.
El navegante solitario es un sólido trabajo documental que intenta desentrañar los secretos alrededor de Vito Dumas. Inteligentemente deja varios interrogantes abiertos y así planta la curiosidad en el espectador. Una película en definitiva sencilla, pero con sus contados recursos logra su principal propósito de transmitir esa pasión por el deporte, las aguas, y la aventura del conocimiento.