“El navegante solitario”. Crítica.
Capitán de tormentas y soledades. “El navegante solitario”, la opera prima de Rodolfo Petriz, es un brillante documental que muestra las proezas de Vito Dumas en sus viajes por los infinitos mares y océanos. Referente de la náutica deportiva y gestor de una de las mayores hazañas de la historia tras arriesgar su vida al dar la vuelta al mundo en su navío.
En 1931, Argentina empezaba a conocer la historia de un navegante solitario que conectó Francia con Buenos Aires. Vito Dumas, el nuevo ídolo popular, daba sus primeros pasos en una aventura que lo acompañaría toda su vida. Más tarde, en 1942 y en plena Segunda Guerra Mundial, la leyenda se agigantaría al realizar la epopeya más grande de la navegación en vela: dar la vuelta al mundo por la 40° latitud sur.
Luego, haría otras dos travesías famosas en las que cruzó nuestro país con Estados Unidos. En el primero tuvo percances que lo arrastraron hasta las Islas Canarias, mientras que en el segundo, logró llegar pero en pésimas condiciones y al borde de la muerte al estar deshidratado y lastimado. Siempre, él solo y sus navíos: “Legh”, “Legh II” y “Sirio”.
Resulta difícil creer que un navegante haya estado meses y meses de manera solitaria por el mar, en una flota de no más de nueve metros y sin motor, electricidad, ropa térmica o servicios de primeros auxilios. Con escases de dinero y alimentos. Ese era Vito Dumas, un hombre de fortaleza mental y excelente aptitud física, que no resistía estar en tierra, pero sí esquivando vientos, tifones y tormentas.
En tierra, y en su propio país, así como fue considerado un héroe nacional, también fue crucificado y hasta catalogado como “mufa”. La envidia y el odio de muchos lograron que las aventuras de Dumas siempre estuvieran bastardeadas. Tanta fue la cizaña, que hoy en día pocos conocen o valoran la historia de este icónico y referente navegador solitario.
Puntaje 80/100.