Una más y van incontables
Todos aquellos que aman el género de Terror, seguramente han escuchado de la interminable saga de Amityville, todas centradas casi siempre bajo la misma premisa: Una casa embrujada cuyos huéspedes quedan a merced de las fuerzas que controlan el hogar. La mayoría de estas realizaciones son de muy bajo presupuesto, basándose en la premisa del cine de culto de terror clase B.
El origen de Amityville cuenta con una incorporación más que conocida dentro de las historias paranormales, Jodelle Federland (Caso 39, La cabaña del terror y Terror en Silent Hill, entre otras). Esta joven protagonista encarna a Angela, quien será el eje central de la historia, donde su pasado y presente se ponen en juego ante un nuevo trabajo.
Todo comenzó en octubre de 1997 cuando en una vieja casa de la calle Brair una familia desapareció por completo, tras dejar un baño de sangre y una niñera completamente en shock por lo sucedido. Desde entonces, se cree que la casa está poseída y nadie se atreve siquiera a acercarse al lugar.
La trama comienza a desarrollarse cuando una viuda junto con su hijo de 9 años, Adrian, se mudan a la casa y necesitan alguien que cuide del niño. Por medio de la guardería donde trabaja, Angela toma conocimiento de la oferta laboral, la paga es muy buena, y el despido de su padre pone en jaque la economía familiar, por lo que pese a sus prejuicios respecto a la casa, acepta el empleo.
La película recae en todos los clichés habidos y por haber en cuanto al terror se refiere. Sin embargo, con el pasar de los años y la reiteración de los mismos en cada filmación del género, se vuelve extenuante. Deja de tener sentido y hasta se vuelve completamente predecible. La cámara lenta con la música suspensiva que busca generar un climax, para que llegue el momento en que el protagonista sea tomado por sorpresa, ya no sorprende a nadie. Es hora de recurrir a nuevos recursos, no sólo giros argumentales para hacer que la obra resulte más complaciente.
El guion tiene una cierta correlación con la temática de la realización. Pero el problema es de base. La historia ya se vio y se repite constantemente en más de veinte ediciones de la saga, sumado a todas aquellas que también toman una trama similar. Tiene algunos buenos entramados dentro del contexto de los personajes, pero realmente lo único sorprendente es el desarrollo final.
Por parte de los protagonistas, quedan inmersos dentro del déficit del libreto y la dirección en sí, los planos y las expresiones parecen falsas y poco creíbles. Algunos de los actores de reparto dejan por momentos la sensación de sobreactuación de papeles muy pobres.
El origen del terror en Amityville es una película más del género, una más de las excesivas ediciones de la saga y no termina de resultar atractiva en casi ningún aspecto. Sólo para destacar, algunos ejes de contextualización entre los personajes, pero no mucho más. Quizás sea hora de empezar a proyectar otras ideas dentro del cine de terror, ya que las innovadoras son escasas a comparación de la gran cantidad que se estrenan cada año.