La película de terror de la semana es una clase B que aporta pocos sustos e ideas nuevas al género
Una madre y su hijo autista se mudan a una casa con un siniestro historial. La niñera contratada para cuidar al chico comienza a notar que el lugar esconde oscuros y siniestros secretos.
Esta fórmula remanida que fusiona posesiones con casas encantadas, es una excusa para una película cuya única premisa parece la de sumar un eslabón más a la franquicia de Amityville (otrora una saga interesante de fantasmas ahora venida a menos con el correr de las secuelas y remakes).
Jodelle Ferland (quien fuera protagonista de varias cintas del género siendo una niña) ha crecido y ahora encarna a la heroína del filme, una labor memorable teniendo en cuenta el guión con el que debe lidiar.
En cuanto al niño principal, el esfuerzo del director porque parezca un Damien surgido de La Profecía, funciona como una caricatura de un personaje que se supone fundamental para el desarrollo de la trama.
Un metraje plagado de pocos sustos que además no funcionan, clichés previsibles, una pizca de suspenso mediocre y algo de gore ochentoso. Demasiado poco para un género que sigue siendo de los preferidos por la audiencia.