Hijos sí, hijos no
Tras la codirección de Las mantenidas sin sueños (2005) Martín Desalvo presentó en 2013 El día trajo la oscuridad, una apuesta jugada al género de suspenso con vampiros incluidos. Su tercera película no tiene nada que ver con su antecesora en materia de género aunque, tal como lo hizo en ambas, vuelve a trabajar sobre el universo de lo femenino.
Eva (gran trabajo de Mora Recalde y protagonista absoluta) rompe con su pareja (Javier Drolas) días antes de su cumpleaños número 38. Es en ese momento cuando descubre que quiere ser madre y que por razones biológicas no cuenta con mucho tiempo. Así comenzará una búsqueda desesperada (y algo loca) de un hombre para que le dé un hijo.
El padre de mis hijos (2018), es una comedia que juega con el absurdo y que se estrena azarosamente en un momento donde el feminismo es un tema de agenda tanto en programas de espectáculos como políticos, pero su principal virtud es la de no ser una película militante. Y no por qué esté mal en militar por una causa, sino porque los cuestionamientos que propone son tan sutiles que pueden llegar a ser aún más efectivos que si los hiciera de manera directa. Desalvo trabaja el guion de Alejo Flah y Agustina Gatto en un tono que vira entre el realismo y el absurdo para hablar sobre la presión social que se ejerce sobre un mujer que no se enfrentó a la maternidad.
Problemáticas como éstas, u otras que son parte del universo femenino, muchas veces son trabajadas desde un lugar mucho más encorsetado y sin permitirse ciertas licencias para no pecar de políticamente incorrectos ante situaciones que requieren seriedad. Aunque lo inteligente radica en visibilizarlos, debatirlos, pero también reírse de ellos sin por eso estar siendo peyorativo o burlón. Claro que hay formas y formatos. Dentro de esas formas, El padre de mis hijos logró encontrarle un tono tragicómico a una imposición social de la que pocas veces el cine habla.