A quién no le pasó levantarse con el pie izquierdo y querer volver el tiempo atrás, o por lo menos no haber salido nunca de la cama. Ésa es la historia que le toca vivir al personaje que encarna Javier Lombardo, que se luce como protagonista de las desventuras de un actor que pasó hace tiempo sus 15 minutos de fama en una novela tipo "Rolando Rivas, Taxista" y justo el mismo día de su cumpleaños, cuando surge una oportunidad, deberá llevar las cenizas de su hermano gemelo a su destino final.
Nada es lo que parece y esa misión especial, -llevar una antigua caja de bizcochos con las cenizas de su hermano-, le hará viajar a su pasado y saber por qué terminó distanciándose de él y la razón de un destino errante y sin motivaciones.
Se puede decir que no hay sorpresas mayores, que por momentos hay demasiada música incidental que podría haberse obviado, no era necesaria como las risas que acompañaban ciertas sitcoms que indicaban cuándo el espectador debía reírse. Sin embargo pueden destacarse algunos pasajes que la hacen brillar por momentos: el episodio del supermercado chino, como el más remarcable; el recuerdo en la casa de la tía, la actuación conseguida en un comercial de poca monta y el desfile del casting que va tirando la línea, el prólogo de la trama. También, es simpático el diálogo con ese hermano que todavía parece vivir dentro de la lata y lo va guiando.
Daniel Alvaredo es el director de la peli, quien en 2013 fuera el realizador de "Paternoster", un policial de suspenso. En este caso, incursiona en la comedia. Osvaldo Canis, el guionista, vuelve a hacer dupla con Alvaredo luego de "Paternoster" y una experiencia documental en 2014.
Ya saben, cuando un día las cosas vayan de mal en peor, enfoquen las "antenitas de vinil" ya que puede que estén equivocando el rumbo o bien, no estén aprendiendo la lección por no arriesgarse a crecer, salir de los prejuicios y finalmente, empezar a escuchar a los demás.