Un drama sin un arreglo real
La opera prima de Rodolfo Carnevale trata sobre una situación de quebrantamiento familiar, motivada por un trastorno de la hija mayor de veintiséis años, a la que su madre se niega a internar. La chica es autista.
El autismo genera problemas de socialización y comunicación que afectan a los que lo rodean y enrarece el entorno educativo, familiar y la vida cotidiana en general.
El problema se da especialmente cuando Alejo, el hermano menor, más allá de los problemas que a veces sufre con Pilar, se ve afectado por sus compañeros de escuela, que no entienden y se burlan de los problemas de su hermana.
La madre deberá decidir el alejamiento de la hija mayor y la primera internación traerá más problemas para la familia.
El director, que es hermano de un joven autista, se propuso hacer conocer una enfermedad no popularizada por los medios y que recién en los años ochenta comienza a difundirse entre el público en general.
SIN EFECTISMO
La película está cuidada estéticamente y los distintos problemas de discapacidad son presentados en forma respetuosa, eludiendo todo tipo de efectismo, sin generar golpes bajos.
"El pozo" aborda la problemática de la discriminación por falta de conocimiento, el entorno escolar y cómo la escuela puede ayudar en una situación límite; así como ciertos problemas que se desencadenan ante la concurrencia en lugares de internación. Un equipo actoral de primer nivel se desenvuelve con naturalidad y eficacia. Desde la familia interpretada por Patricia Palmer, Eduardo Blanco, con el pequeño Túpac Larriera, hasta la amiga de la familia con un hijo afectado de un problema similar, papel a cargo de Adriana Aizemberg, pasando por las profesionales encarnadas por Dora Baret y Noemí Pons.
Pero los que, realmente, se llevan todos los elogios son Ana Fontán como la chica autista y su amigo encarnado por Ezequiel Rodríguez, dos revelaciones de interesante futuro.
Buen inicio profesional de Rodolfo Carnevale en un tipo de cine tradicional, de contenido social.