Existen realidades que nos resultan incomodas, dolientes y difíciles. Hacia esas realidades es difícil voltear la mirada y hacerles frente. El film El pozo de Rodolfo Carnevale, nos entrega justamente esa visión y nos ayuda a acercarnos a ese mundo casi inexplorado por el cine que es el autismo.
Si bien existen películas sobre el tema (Rain Man, Nell, Testigo en Peligro, Yo soy Sam, Su nombre es Sabine, etc.) siempre la mirada suele ser ligera , casi sin intentar adentrarse en este mundo que nos exige comprometernos con su realidad. Este pedregoso camino es el que recorre el director para narrarnos en primera persona como esta patología afecta el núcleo familiar del niño autista.
La historia personal del director fue el móvil y el norte para que esta mirada resulte franca y creibledado que su hermano padece esta patología. Su estreno viene precedido por el reconocimiento obtenido en el Festival Internacional de Cine y Video Independiente de New York donde gano seis premios (mejor película en lengua extranjera, mejor director, mejor actriz, mejor actor, mejor música y el premio del público)
El film nos narra la historia de Pilar (una soberbia Ana Fontán) una joven de veinticuatro años cuyo cuadro ha sido diagnosticado hace veinte. Junto a ella tenemos personificados en su familia las diversas reacciones que la sociedad manifiesta frente a su realidad : su madre (Patricia Palmer) amorosa y comprensiva la cuida con un esmero y desgaste notable, su padre (Eduardo Blanco) tal vez menos tolerante plantea la necesidad de una internación , su hermano menor (Tupac Larriera) ve limitada su vida social frente a los recurrentes ataques de Pilar.
Luego de mucho dialogo se decide la internación de Pilar en un instituto dedicado al tratamiento de su patología donde Pilar empezará a tener contacto con otros jóvenes que comparten con ella ese mundo onírico y distante . Los conflictos propios de su madre , hermano y padre saldrán a la luz acallados por los años de cuidado a Pilar y a su vez ella trabará una relación con otro joven del instituto, encarnado magistralmente por Ezequiel Rodríguez.
El amor fraternal, los vínculos, la mirada de la sociedad, el desamparo, la esperanza y por sobre todo los sueños (particularmente los que Pilar vivencia cada vez que cae en el pozo que le da el titulo al film) atraviesan medularmente el relato de Carnevale. Sin concesiones ni generando empatía con sus personajes, mostrando la vida en su carácter mas crudo y real el film es un vivo retrato de como impacta este tipo de patologías en una familia con el paso de los años y tal vez en esto resida su mayor acierto.