¿Es la muerte un tema tabú? De ser así el documentalista Oscar Mazú viene a romper con esos “prejuicios” a hablarnos abiertamente de eso, del momento final. Trabajo documental curioso, “El problema con los muertos es que son impuntuales” afronta una temática llamativa, los diferentes modos en que la sociedad afronta la muerte, o mejor dicho, qué hacen los vivos con los muertos o cómo se preparan para llegar al descanso eterno.
Mazú toma también el rol de narrador conductor, y va llevando al espectador por diferentes experiencias, algunas más felices que otras, todas referidas a personas hablando de la muerte o realizando acciones que la rodean. El mayor atractivo, y el que ocupa gran parte del metraje, son las palabras de Ricardo Péculo, dueño de la famosa cochería emblemática, una figura reconocida en el mundo de la preparación para la muerte.
Péculo contará cómo es su labor, anécdotas variadas, y se encargará de despertar la curiosidad del público, aunque quizás también sea la parte que más se asemeje a un típico programa de tv documental, digamos del Discovery Home &Healt.
Para descontracturar un poco la cuestión y tratando de evitar el morbo de una y mil maneras posibles, Mazú elige centrarse en rituales, contar su propia experiencia personal como sobreviviente digno de emular a Victor Sueiro o a un personaje de Destino Final, y mechar aquí y allá algún rocío de humor negro inimputable.
El problema con los muertos... es un documental entretenido de a ratos, en otros tramos pierde fuerza, y fluctúa entre lo curioso y lo reiterativo. No es cuestión de plantear el tema como algo incómodo o, como dijimos, tabú, pero sí hay cambios de registro constantes, que llevan de la seriedad y rigurosidad a la liviandad y el divertimento, a punto de cruzar límite de burlarse.
Hay mucha exposición de ataúdes, muy variados ellos, coloridos, llamativos, o más elegantes, hasta el propio cajón que Péculo se guardo para su oportunidad.
También hay cadáveres maquillados de diferentes maneras y gente haciendo rituales más convencionales, o más exóticos. En definitiva, habrá muerte para todos los gustos. De factura simple, "El problema con los muertos es que son impuntuales", resulta lejano al esperable morbo, se sigue con interés en casi todo el tiempo, y solo puede reprochársele algunas escenas que sirven de intermediario con un cajón ambulante que más que desagradable (eso es cuestión particular de cada uno) resulta inentendible.
También hay que reconocerle que pese a airearse un poco y abrirse a experiencias, conserva aún un dejo televisivo, en donde quizás pudo haberse desarrollado más como una serie de programas; acá se nota acotado, cercano a lo pintoresco y anecdótico, interesante pero también no lo suficientemente profundo.