Hablar de lo que no se habla
Dirigida por Oscar Mazú (La sombra de Segundo), El problema con los muertos es que son impuntuales (2012) plantea con naturalidad un tema que muchos prefieren evitar. La palabra del reconocido tanatólogo Ricardo Péculo es la base de un relato centrado en la muerte y el arte funerario, que también presenta pinceladas de humor negro.
El punto de partida de este film es la historia personal de Mazú, quien se convierte en un director-narrador que cuenta su experiencia con la muerte tras sobrevivir a un infarto y posterior operación. Su voz en off es el prólogo de un documental que cuestiona la relación que los seres humanos tienen con la mortalidad.
Con respeto y escazas intervenciones de humor negro, El problema con los muertos es que son impuntuales entrelaza diversos aspectos que le permiten al espectador acercarse a este fenómeno desde otro lugar. Los distintos rituales y el maquillaje que se les realiza a las personas fallecidas son algunos de los temas que explica con claridad el tanatólogo Ricardo Péculo. A través de su testimonio especializado, que hasta incluye la exposición del ataúd que utilizará cuando llegue el momento, se construye el hilo conductor del film.
También aparecen las variantes del arte funerario, las cuales se ejemplifican con las distintitas posibilidades que existen de homenajear a los difuntos: desde cajones tallados en plata hasta bóvedas construidas especialmente.
Sin caer en la morbosidad, el documental no es impresionable. Lo más desacertado son las imágenes de un ataúd que atraviesa bosques, mares y ciudades. Quizás con ellas se busque descontracturar un tema tan serio como la muerte; de ser así puede que se logre en ocasiones, pero no resultan demasiado efectivas.
Además de ser llevadera e interesante, la película sirve como disparador para que el público se atreva a hablar sobre una cuestión que muchas veces se prefiere pasar por alto.