Ritos fúnebres con respeto y bienvenido humor negro
Contaba Susan Sarandon que, cuando el gran comediógrafo Billy Wilder yacía en su lecho final, su mujer se inclinó sobre él y le dijo: "Hay algo de lo que nunca hemos hablado. ¿Cómo quieres que sean tus funerales?". Se dibujó una sonrisita en los labios del moribundo, y con un hálito de vida respondió: "Sorpréndeme". El chiste pinta al hombre por completo, como algunos velorios pintan debidamente al finado, con flores del color de su cuadro favorito, brindis con champaña alrededor del cajón (el maestro del humor español García Berlanga), y entierros donde el ilustre se va al pozo rodeado de objetos queridos, como los carretes de películas en el caso de los viejos fotógrafos de la era analógica, o el carnet laboral en la regocijante sátira cubana "Muerte de un burócrata" (luego la viuda lo necesitaba para tramitar la pensión, pero sin el carnet tampoco podía hacer abrir la fosa), etcétera.
La película que ahora vemos, suerte de exorcismo personal del productor y director Oscar Mazú, que en vísperas de una operación cardíaca empezó a pensar ciertas cosas, ofrece un buen paseo por lugares habituales de todo rito fúnebre, y también por otros no tan habituales. Al respecto, hay algunas imágenes poco indicadas para gente que acaba de almorzar (detalles cercanos de una incineración, succión de líquidos corporales antes de un embalsamamiento, no mucho más), pero por suerte predomina un tono respetuosa y amablemente humorístico. De humor un tantito negro, como cabe esperar, y se agradece.
Así, las dudas y reflexiones del cineasta operado alternan con registros de una instructiva clase de maquillaje mortuorio, risueños antojos que incluyen el paseo de un ataúd por calle Florida, y, entre otras cosas, unas lindas charlas con una figura fundamental en estos temas: el licenciado Ricardo Peculo, que aparece con su agradable y comprensiva esposa.
Los comentarios del licenciado son siempre memorables, y eso de comparar al cajón con un vestido de novia es de antología, así como lo de posar al lado del ataúd que ya tiene preparado para su propio entierro, destacando su espíritu tradicionalista. Tipo tan vital, sería una lástima que se muera, como es una pena que haya salido de la grilla su original programa sobre elaboración de pompas fúnebres "De aquí a la eternidad", que iba por "Utilísima". Suya es la frase del título, "El problema con los muertos es que son impuntuales", buen contrapunto de aquel verso de Emilio Carrere que culminaba diciendo "Y cual sarcasmo fatal, yo solo seré puntual / cuando me cite la muerte" ("La hora oportuna"). Coherentemente, la película se estrena ahora, antes del 2 de noviembre.