Se habla de la muerte con humor y mucho respeto.
Este film intenta que se reflexione sobre la muerte, los temores, el dolor que ocasiona la falta de algún ser querido y el peor de los casos es la de uno mismo, este es el punto del Director y Guionista Mazú cuando, a los 46 años, debió enfrentar su muerte, cuando tuvo un infarto sin darse cuenta, debía operarse e ingresar al quirófano, y todo lo que sucedió después.
Le hicieron cuatro baypass y estuvo varias horas muerto, a raíz de eso dice haber perdido la inmortalidad, por lo tanto luego de ese momento sintió la necesidad de conocer un poco más sobre la muerte, cosa que cuando vivía no le interesaba pero después que se encontró al borde de la muerte comenzó a pensar que quiere que pase con sus restos, si pide ser cremado o ir a nicho, el espectador lo va siguiendo porque él además cumple con el rol de narrador y mentor.
Otro de los integrantes del film y protagonista y quien relata gran parte de la película es Ricardo Péculo, Profesión Tanatólogo Matricula 373 otorgada por el Instituto Internacional de Ciencias Tanatológicas en Diciembre de 1991 y reconocido como Idóneo Director Funeral por la F.I.A.T. e I.F.T.A. (Federación Internacional de Tanatólogos Asociados).
Dueño de una de las cocherías más famosas, es un especialista en Ritos Funerales, Pompas Fúnebres y Ceremonial, él explica que todos vamos a morir en algún momento y si no lo pensamos comencemos a hacerlo porque sucederá, muestra la elección de los ataúdes, la preparación de los muertos, hay varias anécdotas (entre ellas lo que le causó ver el cuerpo del General Perón).
Su relato es dinámico, respetuoso y divertido, tiene bastante de humor negro, en varios pasajes del film vemos un ataúd que nos persigue por la calles porque en algún momentos vamos a necesitarlo, pese al tema que trata no aburre y después de los créditos hay escenas extras.