Ucrania es un país con una interesante tradición de cine animado, con propuestas quizá no muy numerosas, pero sí de gran versatilidad. Pero lamentablemente, El regreso de Gulliver no es la mejor embajadora de esa corriente. El film de Ilia Maksimov, puede que suponga una decepción para los chicos que busquen una divertida aventura, como para los adultos que quieran acercarse a la animación de ese país. Esta producción ucraniana imagina una historia basada en los clásicos personajes de Jonathan Swift, pero su resultado final está muy lejos de hacerle justicia a esa obra. Luego de un tiempo ausente, el pueblo de Lilliput recibe con los brazos abiertos a Gulliver, el “hombre montaña” que los salvó del ataque de los Blefuscos. Pero quien llega es un Gulliver tamaño regular, un hombre de estatura promedio que si bien jura ser el mítico héroe, sus proezas (y dimensiones) están muy lejos de la leyenda que lo rodea. Las autoridades lo acusan entonces de fraude, asegurando que ese no es el héroe que los salvó. A partir de ahí, el protagonista debe huir de la ley, hacer nuevos aliados y probar que su estatura normal no le significa no ser ese valiente guerrero que todos recuerdan. De esa forma transcurre El regreso de Gulliver, cuya trama se enreda en clichés de todo tipo. Como si fuera un bingo del cine animado, el film intenta completar todos los casilleros posibles (amor, peligro, amistad, batallas), pero la propuesta en su conjunto no encuentra identidad ni un eje que le permita al espectador zambullirse con entusiasmo en la historia.
Lo mejor que se puede decir de esta aventura de Gulliver es que el guión trata de recuperar el contenido satírico original de Jonathan Swift, perdido entre tantas aventuras y versiones. Aquí el rey de Liliput no solo tienen la suma de todos los poderes, su cargo hereditario, juez, abogado y cuanto se le ocurra, sino que ha decretado una aceleración del tiempo con fines políticos, es antojadizo y cobarde. El defecto es que para los más chicos son demasiados rulos del argumento, ya que la idea de tener a un héroe con sentido común, que no es gigante y que con ingenio derrota a los enemigos del pueblo le da bastantes corridas, idas y venidas como para entretener medianamente. Con una animación barroca y colorida como los adornos de las tortas recargadas, y con personajes bien definidos, pero poco expresivos, Gulliver sale airoso con argumentos sólidos y prefiere dejar los honores para un héroe olvidado.
Esta producción de origen ucraniano, que recupera el clásico de Jonathan Swift, en una versión en la que el regreso del personaje a Lilluput, no hace otra que confundir a todos, ya que al verlo de altura igual que el resto, se plantean las bases del relato en donde la confusión y mentira cimentarán una historia que va y viene, y que se termina por enredar en si misma.
El regreso de Gulliver ofrece una película de animación pensada para el target de espectadores de cinco a diez años, que es el público que llegará a disfrutar esta propuesta. Los chicos que pertenecen a ese nicho de público probablemente desconocen al clásico personaje literario de Jonathan Swift o no recuerdan la última adaptación live action protagonizada por Jack Black. El film es una producción independiente de Ucrania, un país que nunca fue una potencia en este género y presentaron su mayor esfuerzo en este proyecto. La animación tiene sus limitaciones y se nota que tuvo un presupuesto moderado pero dentro de todo el espectáculo que ofrece es decente. El diseño de los personajes es muy similar a lo que hicieron los rusos en los últimos años con la exitosa saga de La reina de la nieve, cuya última entrega llegó a los cines argentinos. La versión de Gulliver que se presenta en este film no tiene nada que ver con su fuente literaria y el protagonista está más inspirado en Flynn, el héroe de Enredados. La personalidad es la misma con la diferencia que acá no aparece Rapunzel. Si bien no es una producción precisamente apasionante, para los más chicos que no tienen tantas opciones en la cartelera es una alternativa para entretenerse con una historia de aventuras.
Después de muchos años el famoso Gulliver es invitado a regresar a Lilliput, la ciudad que lo convirtió en leyenda. Pero durante todo ese tiempo el Rey -quién era un bebé la última vez que vio a Gulliver- le ha hecho creer al pueblo que Gulliver es un gigante todopoderoso, por lo cual al llegar es un hombre común y no un gigante, el alboroto es generalizado. La consecuencia es que se lo lleva a juicio y se lo condena a muerte. Lilliput está en máxima tensión porque fuerzas extranjeras están a punto de invadir y no tienen un campeón que salga en defensa de la población. La animación es muy básica y el humor es completamente disparatado pero no siempre gracioso. La trama es demasiado larga y su tesis, la de que se puede ser un héroe sin ser un gigante, es tan simple como excesivamente pobre. No hay nada más que agregar en este film de animación europeo que llega hasta Sudamérica porque debe ser parte de un paquete de películas baratas. Barato no es bueno, por supuesto. ¿Existirá una alegoría política sobre Europa del este en esta coproducción que incluye a Ucrania? No es fácil de saber y tampoco importa nada.