Luego de trabajar 50 años como médico obstetra y tras quedar viudo, Rodolfo ( Luis Brandoni) decide jubilarse. Como casi toda su vida ha girado en torno de su profesión, ha quedado solo y amargado en una vieja y amplia casona. Pese a las constantes invitaciones de un amigo mujeriego (Gabriel Goity) y de los coqueteos pícaros de una exjueza ( Soledad Silveyra), nuestro perfecto antihéroe se mantiene huraño e irritado.
En el otro extremo está su hija Laura ( Nancy Dupláa), con quien mantiene una relación más que tirante. Cuando su empleada doméstica le deja (sin avisarle) a su hijo Diego ( Marcos Da Cruz) y parte hacia Santiago del Estero, el mundo de Rodolfo cambia por completo. El protagonista -más allá de su proverbial malhumor- es esencialmente un buen tipo y, por lo tanto, tratará de cumplir de la mejor manera posible con semejante responsabilidad. Laura irá a ayudarlo y, a partir de ese acercamiento, ambos intentarán recomponer los afectos castigados por la distancia y los prejuicios.
El coguionista y director Ricardo Díaz Iacoponi ( Industria argentina) construye una tragicomedia sencilla y cristalina sobre las diferencias generacionales, la redención y las segundas oportunidades. No hay demasiadas sutilezas, pero sí una apuesta genuina por reivindicar los sentimientos más puros y nobles. Una película ideal para saltar la grieta (política y afectiva) y sanar las heridas.