Con la fórmula típica de la comedia dramática costumbrista argentina, "El retiro", de Ricardo Díaz Iacoponi, funciona correctamente gracias a una puesta sencilla, dos guionistas expertos, y un elenco muy sólido y articulado. No sólo el cine de género se vale de fórmulas para poder funcionar.
Saber llegar al público contando una historia con modismos argentinos y apelando a la sensibilidad cotidiana del espectador también puede requerir de una fórmula.
Sino pregúntenle a Daniel Cúparo y Fernando Castets, los dos guionistas (junto al director Ricardo Díaz Iacoponi) de "El retiro". Cada uno por su lado tiene una amplia experiencia en eso que llamamos costumbrismo a la Argentina, y un poco más, un poco menos, ambos conocen del éxito asegurado.
Cúparo, tiene en su haber títulos como Igualita a mí, "Dos más Dos", o "Extraños en la noche"; y en televisión es un usual de las telecomedias tanto de Pol-Ka como de RGB. Castets era el hombre detrás de Juan José Campanella en su época más costumbrista, la del trío "El mismo amor, la misma lluvia", "El hijo de la novia", y "Luna de Avellaneda"; y también tiene algún pasado dentro de las huestes televisivas de la productora de Adrián Suar.
Este tándem es el que marca la impronta de "El retiro", segunda película de Ricardo Díaz Iacoponi, luego de las más personal y comprometida Industria nacional, la fábrica es para los que trabajan.
Todo funciona como un violín aquí, como una orquesta que entona la misma melodía que ya les es un clásico. No sorprende, pero entrega lo que el público va a buscar, y les sale de taquito, sin fisuras. Una película pensada para el lucimiento de su actor protagónico, y que sabe adosar bien los secundarios, y/o co protagónicos para que no queden relegados.
La figura central es Luis Brandoni, quien interpreta a Rodolfo, un obstetra viudo y jubilado, que más que retirado del trabajo, se encuentra retirado de la vida; o así lo entiende la película. Realiza una vida sedentaria, sin salidas, de por más tranquila, y plagada de recuerdos y antigüedades.
También parece que tiene una relación algo cortada con su hija Laura (Nancy Duplaá, quien por fin vuelve a tener un co-protagónico en cine), al fallecer esa madre que era el pegamento de la familia. Rodolfo tiene a una mujer que le hace las labores en su casa, Yanina, y recibe la visita de su amigo (Gabriel Goity) que es un opuesto a él, mujeriego, alegre, sin capacidad de controlarse.
También tiene a una amiga (Soledad Silveyra) que quiere ser algo más, y ya no sabe cómo expresárselo, aunque Rodolfo elija hacerse el desentendido. Así transcurre la vida rutinaria de Rodolfo, hasta que un día Yanina se va sin previo aviso, tiene que ir a cuidar a su madre enferma a Santiago del Estero, y le deja de imprevisto a Diego (Marcos Da Cruz), su hijo de ocho años; y a Rodolfo se le descontrola toda su vida.
El retiro no es una comedia de grandes enredos. Si su premisa es conocida por otras películas similares, acá no veremos la típica del niño revoltoso que le da vueltas todo al adulto.
No habrá escenas para la carcajada o el disparate, todo transcurre con cierta calma, como intentando seducir a un público cercano a la edad de Rodolfo. Diego es un niño dulce, y dentro de todo tranquilo.
Pero no deja de ser un chico, y tiene sus mañas y sus vueltas, que no son para nada las de Rodolfo, y entre los dos deberán congeniar. Hay otra arista más, Laura, que se instala en la casa de su padre para ayudarlo (a Rodolfo se le suma un accidente en el brazo, aunque no es algo tan fundamental en el film), y siente celos de lo sociable que el hombre es con Diego y los demás, recordando los descuidos hacia ella.
El retiro transcurre sin demasiados sobresaltos, por carriles conocidos, y un permanente tono amable y apto para un público muy amplio; como para que pueda verla desde el nieto hasta el abuelo.
Es fácil reconocer(se) en algún personaje, y los códigos que maneja, si bien la historia es universal, son bien propios.
Su director le otorga una realización prolija, y maneja bien la relación entre los tres personajes, dejando en claro que Rodolfo es el eje principal, pero sin descuidar a sus dos satélites. Brandoni está a sus anchas con este personaje que le permite desplegar sus mohines de carisma y tono anticuado.
Rodolfo está ahí en el medio, ni antipático ni canchero, no conoce los códigos de redes sociales, pero tampoco anda con el tocadiscos a cuesta. Al actor de "La Patagonia Rebelde" le permite volver a componer un personaje amable, luego de un par de roles algo patéticos que le tocaron en guion. Su aporte es fundamental para el resultado.
Nancy Duplaá es un sol carismático y celebramos que le hayan dado un co protagónico en cine, algo que no ocurría desde Apasionados.
Laura es un personaje ameno, con conflictos humanos, y una forma de ser espontánea. Es ella, y la queremos así. Marcos Da Cruz es un niño simpático y compone alegremente a Diego, sin convertirse en esos nenes que se roban las escenas. Muy desenvuelto para su corta edad.
Soledad Silveyra actúa con oficio en apariciones esporádicas, y a Gabriel Goity lamentablemente le tocó un personaje bastante desagradable.
"El retiro" se ve permanenetemente con una sonrisa; busca emocionar sin forzar situaciones y en algún tramo lo consigue. Su armado de lugares conocidos y una banda sonora correcta que acompaña la hacen cercana. No es una propuesta que busque ubicarse como la mejor del año, y así logra su cometido de ser un muy noble entretenimiento costumbrista con mensaje feliz