A un tipo se le ocurre la idea de robar un banco, casi como si se tratara de un hecho artístico, un evento único que será su manera de dejar una marca personal para la posteridad. Con esa meta en mente, se dispone a armar un equipo, estudiar hasta el más mínimo detalle y diseñar el plan perfecto. Esa es la historia, basada en hechos reales y relatada desde el punto de vista del cerebro del golpe (Fernando Araujo quien participa como coguionista junto con Alex Zito), que cuenta El robo del siglo, la nueva película de Ariel Winograd (Mi primera boda, Sin hijos, Mamá se fue de viaje) que llega hoy jueves 16 de enero de 2020 a las salas argentinas.
Justamente este lunes se cumplieron 14 años de aquel viernes 13 de enero de 2006, el día en que la banda conformada por Fernando (Diego Peretti), Marito (Guillermo Francella), un mecánico apodado El Marciano (Pablo Rago), Beto (Rafael Ferro) y el contacto (Mariano Argento) entró a la sucursal del Banco Río de Acassuso, tomó 23 rehenes, se llevó 15 millones de dólares de 147 cajas de seguridad y logró huir con el botín ante la atónita mirada de los más de 300 policías y francotiradores del Grupo Halcón que rodeaban el lugar, comandados por el fiscal (Mario Alarcón) y el negociador Miguel Sileo (Luis Luque).
El plan no hubiera sido redondo si no hubiera tenido en cuenta que para convertirse en “héroes” los ladrones tenían que contar con la complicidad popular, de modo que dejaron sus armas (de juguete) junto a un cartel que decía “Sin armas ni rencores, en barrio de ricachones, es solo plata y no amores”, apelando al viejo lema robinhoodezco, tan caro al inconsciente colectivo argentino: “el robo de guante blanco no tiene víctimas”.
Con buenas actuaciones, tanto en los papeles pequeños (Magela Zanotta es La Turca, Johanna Francella es Lucía, Pochi Ducasse es la señora del banco y Juan Tupac Soler es uno de los rehenes), como en los protagónicos, especialmente a cargo de la dupla central de Francella y Peretti, dos actores con mucho gancho y una presencia muy potente en pantalla, el director construye un relato ágil y entretenido de género, a imagen y semejanza de Ocean 11, con un final al mejor estilo Dos tipos audaces: los dos rufianes simpáticos y queribles (salvo para los damnificados, claro está) alejándose con rumbo al horizonte en un convertible rojo.
La película está salpicada de chispazos de humor, que plasman la idiosincrasia argentina, como la mostraba Nueve Reinas , y también evoca, como una suerte de contracara de la misma moneda, el éxito de taquilla del cine argentino en 2019: La odisea de los giles. Tal vez, así como Relatos Salvajes marcaba un clima de época donde la violencia subyacente brotaba como el olor a podrido en distintas situaciones de (in)convivencia, los datos documentales de la crónica policial que aparecen sobre los créditos de El robo del siglo nos sirvan para reflexionar y preguntarnos qué robos estamos dispuestos a tolerar y justificar.