Varias de las películas argentinas más taquilleras de los últimos años se basaron en historias reales de criminales que tuvieron amplia repercusión mediática. En la línea de El clan y El Ángel, El robo del siglo tiene como punto de partida la recreación del ingenioso, audaz y multimillonario golpe a la sucursal Acassuso del Banco Río hace poco más de 14 años (13 de enero de 2006). Quizás con menos acento y profundidad en lo psicológico que esas dos predecesoras, este nuevo film del prolífico director Ariel Winograd se sostiene como un eficaz exponente de ese subgénero tan transitado por Hollywood como el de las heist movies con los preparativos, la concreción y las consecuencias de un atraco (hay aquí mucho humor y cierto aire cool que remiten al cine de Quentin Tarantino y Steven Soderbergh).
Todo comienza con una noche de tormenta, unos desagües precarios, unas alcantarillas que rebalsan, una inundación y una revelación. El de la epifanía es Fernando Araujo (Diego Peretti), pero a la hora de armar la banda y diseñar el golpe convoca al mucho más experimentado, pudiente y profesional Luis Mario Vitete Sellanés (Guillermo Francella). Entre las iniciativas, contradicciones y miserias de ambos protagonistas pendulará este film que tiene también mucho de buddy movie; es decir, esas comedias de enredos sobre personalidades distintas (y en muchos casos opuestas) que terminan soportándose y combinándose con miras a un objetivo superior.
Aunque mucho se ha escrito desde el periodismo y la literatura sobre "el robo del siglo", no conviene adelantar demasiados detalles sobre cómo se desarrolló, pero sí que Winograd y su equipo (que incluyó al propio Araujo como uno de los coguionistas) reconstruyeron con notable verosimilitud y credibilidad cada detalle de uno de los robos más espectaculares de la historia delictiva argentina. En ese sentido, caben destacar los hallazgos no menores tanto de la dirección de arte de Daniel Gimelberg como de la fotografía del experimentado Félix Monti.
En el terreno actoral, Francella y Peretti aportan carisma, empatía y cierta dosis de patetismo, mientras que los personajes secundarios de Pablo Rago y Rafael Ferro no están del todo aprovechados (bastante mejor resulta lo de Luis Luque como Miguel Sileo, el perfecto antagonista en su rol de negociador del Grupo Halcón) y las subtramas dramáticas (como la tirante relación de Vittete con su hija) no agregan demasiado. De todas formas, El robo del siglo tiene una solvencia narrativa, un despliegue visual y musical (la banda de sonido incluye temas de Frank Sinatra, The Kinks, Andrés Calamaro y punk local de Los Violadores y Dos Minutos) como para que ese impactante golpe en el que -como coincidieron casi todas las crónicas- "la realidad superó a la ficción" encuentre ahora un bienvenido y potente realismo... desde la ficción.