Una dupla actoral invencible y un hecho real atrapante hacen de la nueva película de Ariel Winograd un éxito asegurado. Basada en el robo al Banco Rio de Acasusso, el 13 de enero de 2006, y protagonizada por Guillermo Francella, como el ladrón Luis Mario Vittete Sellanes y Diego Peretti como Fernando Araujo ideólogo del plan, 14 años más tarde, se puede ver en pantalla grande un robo que quedaría en la historia del país. La mezcla de comedia, thriller y policial, con un impecable ritmo, garantiza el éxito.
La película se apoya en el libro Sin armas ni rencores, de Rodolfo Palacios, y en los testimonios de los protagonistas. Un robo tan increíble como real. Sin uso de violencia. Con un espíritu justiciero, casi a lo Robin Hood. Una historia contada desde la comedia como no podía ser de otra manera ante lo desopilante del caso.
Ariel Winograd – Vino para robar (2013), Permitidos (2016), Mamá se fue de viaje (2017) – narra con astucia este hecho delictivo a partir del sueño de un grupo de hombres que terminaron quedando en la historia como héroes en barrio de ricachones. No sólo se queda en ello, sino que muestra además las detenciones, la forma en la que son descubiertos, la prisión y las condenas cumplidas.
El robo del siglo tiene una estructura clásica con 3 actos, a saber: la presentación de los personajes y la planificación del delito; el robo en sí; y la resolución en cada uno de los protagonistas. Conocer a los personajes es adentrarse en la historia con ellos y sentirnos parte. El género de robo de bancos (preparación del plan, atracó y huida) funciona como estructura narrativa.
Antes de mostrar el robo y toma de rehenes, Winograd elige desarrollar sus personajes: Fernando Araujo (Diego Peretti), el ideólogo del hecho, un artista que caminando bajo la lluvia un día se le ocurre llevar a cabo el atraco; Mario “El uruguayo” Vitette Sellanes (Guillermo Francella), un ladrón profesional muy carismático. El grupo es completado con Alberto de la Torre (Rafael Ferro), “El marciano” (Pablo Rago), el “Doc” (Mariano Argento) y el “Gaita” (Juan Alari).
El viernes 13 de enero de 2006, hay más de 300 efectivos policiales en el lugar del hecho esperando directivas. Miguel Sileo (Luis Luque), el negociador, se mantiene en contacto permanente con Vitette (Guillermo Francella) y, después de varias charlas, el Grupo Halcón se mete al edificio, descubriendo armas de juguete y un cartel en la zona de cajas de seguridad que velaba: “En barrio de ricachones sin armas ni rencores es solo plata y no amores”. Los delincuentes ya se habían escapado.
La realidad es que es una historia que roza lo ridículo, nadie en sus cabales se anima a tanto, y menos, sin experiencia “en el rubro”. Pero ocurrió y quedó en la historia como “el robo del siglo”, la viveza criolla a la máxima expresión. Después de todo, si no hubiese sido por un pequeño inconveniente (no spoileamos nada), se hubiesen escapado con el dinero y no se hubiese sabido nada más de ellos. Un robo con armas de juguetes, donde saquearon entre 15 y 20 millones (de lo que se recuperó muy poco) sin dejar víctimas. Todo ello coronado con una épica salida en gomones por las alcantarillas del banco hasta el Río de la Plata.
El starsystem del que se aprovecha Winograd para llamar la atención del público es imposible que no funcione: Peretti y Francella en un póster es fantástico marketing. La miel para las abejas que agotan entradas de manera sistemática ante semejante propuesta. Sumado a un elenco que deslumbra por donde se lo mire: Peretti, Francella, Luque, Rago, Ferro, Argento, Alari, y Magela Zanotta, Johanna Francella y Pochi Ducasse.
Darío Eskenazi está a cargo de la banda sonora y marca la historia con un sello rockero: “Ultraviolento” (Los Violadores), “Alta suciedad” de Andrés Calamaro y “Como caramelo de limón” (Dos minutos), entre otros temas.
A lo largo del filme, todas las fichas funcionan correctamente, sin baches ni errores. Una historia bien contada, que no se preocupa tanto por ser fiel al hecho real sino por contar de manera dinámica y divertida lo que sucedió en enero de 2006, con diálogos y escenas hilarantes.
En conclusión, es una película a la que no se le escapa nada, entretenida de principio a fin, sin decaer en ningún momento. Las carcajadas se escuchan en la sala y eso es producto de un buen guion, una excelente dirección y un elenco superlativo. Con mezcla justa de suspenso y comedia, es imperdible.