Anclada en un género cinematográfico del cual la industria hollywoodense ha sabido hacer escuela, El Robo del siglo es una gran apuesta del cine argentino hacia lo popular y que visita el caper movie, con un tamizado local que la potencia, apoyandose en grandes interpretaciones del elenco protagónico, el humor y un despliegue de producción acorde al formato.
Tras desarrollar una fuerte carrera en la comedia, el realizador Ariel Winograd es el encargado de dirigir “El Robo del siglo”, thriller que traspone la épica cinematográfica del robo más importante que la prensa y la sociedad recuerde hasta el momento y que ya en su germen poseía la posibilidad de ser llevada a la pantalla grande.
Guillermo Francella, Diego Peretti, Rafael Ferro, Pablo Rago, Mariano Argento, se ponen en la piel de la banda que imaginó y llevó adelante la tarea, confrontándose con Luis Luque (a la cabeza), mediador encargado de poner el “orden” durante el operativo que intentó detener el robo y a los delincuentes.
Durante la primera parte de la historia, la narración nos presenta a cada uno de los personajes centrales. Se toma el tiempo para detallarlos, describirlos hasta en su mínima expresión, ver cómo se conocieron, cómo comenzaron a formar lazos que servirían luego para desarrollar el plan y llevarlo adelante.
Esa primera parte calma, morosa, casi como “la calma que antecede a la tormenta”, sirve de base para desarrollar luego el trepidante plan que permitió que la banda se llevara el botín más grande de robo que un hecho policial haya tenido en el país hasta el momento.
La puesta, ambiciosa, ampulosa, mantiene en vilo y atrapa, desprendiéndose de esa primera parte, empática, descriptiva, el tono necesario para luego compatibilizar con los ladrones, hombres de códigos y de palabras, hacia un desenlace titánico y con un nivel de ejercicio de género notable.
Si bien su desarrollo es predecible, por el conocimiento previo que se posee de los hechos, Winograd hábilmente recrea en imágenes los sucesos, sin juzgar a los protagonistas, de uno u otro lado, depositando al espectador la capacidad de reflexionar ante los sucesos (aunque al final un epílogo sí subraye algunas ideas).
“El Robo del siglo” propone una mirada cruda y descarnada sobre la institución policial, sobre su corrupción, sobre mecanismos antiguos de acción, en donde unos pocos intentan hacer algo distinto, si es que los dejan, ahí entra el personaje de Luque como vector moral del relato.
En otras ocasiones la agudeza está puesta en los vínculos, en esa hija cansada de las mentiras de su padre, en esa familia que se erige alrededor de falacia, en esa pareja fogosa que termina revelando y dando pistas a la policía para dar con el paradero de todos.
Entre ambos puntos y con la necesidad de abrirse terreno en un género pocas veces realizado en el cine local “El Robo del siglo” juega un partido que termina ganando, y en donde el que más ambiciona termina por triunfar ofreciendo un espectáculo visual y de suspenso único que nada tiene que envidiarle al cine foráneo, pero que, además, suma el color local para convertirse en lo que sin dudas será un fenómeno local de asistencia a los cines.