Un hombre llega en bote a una playa de río desierta. Ese desierto se va poblando con objetos, personas y elementos que construyen el mundo interno del personaje. Gustavo Fontán, uno de los realizadores más interesantes y dotados de la Argentina reciente, prosigue con una búsqueda estética que difiere del cine al que nos malacostumbran las salas de estreno. Película bella que utiliza el poder emocional de las imágenes para construir un universo, merece la mirada atenta y paciente del espectador y la recompensa.