El Sable nos cuenta la crónica documental del robo del Sable del General San Martín por parte de la Resistencia Peronista en 1963. La idea era avivar el Peronismo en su época de proscripción e incluso llevarle el sable a Perón en España. Hoy sólo dos de los autores del robo siguen vivos, y veremos que si bien siguen siendo peronistas, están parados en dos veredas diferentes de las múltiples que tiene el movimiento hoy en día.
El Sable del General
La crónica del golpe por el sable nos lleva a 1963, a la preparación de un robo con valor simbólico y político dentro de la historia argentina. La Resistencia Peronista, haciéndose eco de aquel tandem que supieran inventar -San Martín/Rosas/Peron- decide que el Sable de San Martín pertenece únicamente al pueblo Peronista, y para avivar la militancia en una época en la que estaba proscrito, deciden llevar a cabo su robo.
Pero lo que El Sable nos cuenta es más que esta crónica de un robo. Es como se luchaba desde la clandestinidad por un ideal, por un partido político, y sobre todo en nombre de un líder ausente. También nos cuenta la crónica de como eran las cosas en esta clandestinidad. Como cuando uno de los protagonistas del robo, muestra orgulloso el arma con la que rompe la vitrina donde se encontraba el sable, diciendo “la conservo como recuerdo de nuestras chiquilinadas”.
Ocultos a la vista
Sin embargo, también podemos sentir a través de los testimonios, la militancia. La verdadera militancia. La que se hacia en secreto, con miedo de ser descubierto. Con incluso cierta ingenuidad pensando en la posibilidad de cambiar el mundo, o al menos el destino de un país. Que a fin de cuentas resultaría, ya que Perón volvería al país cubierto de gloria.
Incluso las anécdotas que Agosto y Gallardo cuentan (los dos sobrevivientes del Operativo) rayan lo cómico, ayudado por las ilustraciones del caso, contando como por ejemplo, la juventud se “iniciaba” con vendas y todo en los ojos, y juraban lealtad a Perón sobre el sable de San Martín. Lo cual es cómico en su constitución, ya que el General San Martín se fue del país, porque no soporto verlo dividido. No soporto ver hermanos enfrentados. Pero por alguna razón, la Resistencia Peronista consideró de manera loable (o no) que el sable no pertenecía a TODO el pueblo, si no sólo a los seguidores de determinado partido político. Pero eso es harina de otro costal.
Técnica y acero
A nivel técnico, El Sable cumple escuetamente su misión de contar lo que quiere contar. Con puestas en locación y sin demasiada búsqueda estética, El Sable tan solo nos muestra y nos cuenta lo que quiere mostrar y contar, nada mas (y nada menos).
Por momentos, ciertos actos están representados en dibujos semi-animados, que muestran contrastes oportunos con lo que se relata en off. Por ejemplo, Agosto y Gallardo contando que entraron armados al museo pero sin violencia, cuando en el dibujo podemos ver a cuatro tipos sacados, pateando la puerta y reduciendo al cuidador del museo de un golpe. Acierto
Sin duda la inclusión de estos dibujos es un punto alto en una estética un tanto achatada. Por otro lado, quienes dan cierto vuelo al relato son los dos sobrevivientes. Osvaldo Agosto y Manuel Gallardo, no solo con sus personalidades sino también con sus respectivos compromisos con el Peronismo, con sus visiones y sobre todo con sus presentes, son quienes mantienen a flote el relato del documental.
Conclusión
El Sable tan sólo nos cuenta una anécdota semi-olvidada de nuestra historia. Ni la mas importante ni la mas insignificante. El robo del sable de San Martín supo reunir y avivar las voces Peronistas en toda la argentina, como era su meta. Y asistiremos al relato de justamente eso. El resultado si bien dispar desde lo técnico y narrativo, no quita el merito de crónica histórica. Sin olvidar que el tinte político tiñe toda la historia a la que asistimos. Aun así, como todo documental, tiene el valor de lo que sus hechos nos cuentan y nos ilustran, sin importar nuestros colores políticos. O quizás si.