Una familia de temer
En su afán de crítica y burla cínica a la alta burguesía y, porque no, de su visión repulsiva del género humano en general, el griego Lanthimos redondea en “El sacrificio…” un drama de horror difícil de tragar, y si su meta era hacernos enfrentar a nuestros propios demonios el final de la película encontrará a la mayoría de los espectadores al borde del hastío o del ataque de risa. El filme transcurre en una ciudad estadounidense y se focaliza en una pareja de médicos prestigiosos y sus dos hijos, de 14 y 12 años. Steven es un cirujano cardíaco, está casado con Anna, que es oculista. Desde hace algún tiempo, él tiene un vínculo secreto con un misterioso adolescente llamado Martin. Cuando el hombre decide invitarlo a su casa y presentarlo a su familia, arrancan los problemas por motivos que desconocemos pero que pronto descubriremos. Hasta ahí todo bien, pero la película ingresa a una etapa de actos terribles provocados por un pasado horrendo, pero el registro negrísimo de crueldad no se condice con la realidad sino que se impregna de un tono absurdo que sólo funciona en el terreno de lo metafórico. Sólo pensando al filme como una “metáfora” de la venganza bíblica y la culpa cristiana podremos evitar la sarcástica risa. O bien entenderlo a Lanthimos como al cineasta que está haciendo sus primeras arnas para seguir el paso de Stanley Kubrick.