Nicolás Goldbart nos dio hace unos años una película muy divertida llamada Fase 7, sobre un mundo sumido en cuarentenas feroces por un extraño virus. Esa película llena de homenajes cinéfilos (sobre todo al mundo de John Carpenter) muestra a un realizador con precisión para narrar historias llenas de humor negro que se mezcla con el costumbrismo y la fantasía. Algo así como Halloween meets Esperando la Carroza y, aquí, meets Juntos son dinamita. Un guionista de vida mediocre se ve espiado y acosado por una extraña organización y se junta con un amigo bastante violento para resolver algo que se le va de las manos. No es un film perfecto, pero es un film divertido, lo que a esta altura del cine no es poco, y se va decididamente al extremo sin que le importen demasiado las buenas maneras. No deja, en tiempos de miedos y adocenamientos, de ser refrescante. Una película hecha por el propio gusto de hacer una película, además, y no es poco.