Es oro, aunque puede no brillar
Una comedia del mismo director de "Policía, adjetivo" y "Bucarest 12:08", con el dilema moral como premisa y un final de los mejores que ha dado el cine reciente.
Otra más que agradable sorpresa proveniente del nuevo cine rumano llega hoy a nuestras pantallas tras su paso, en 2015, por el Festival de Cannes. El tesoro, de Corneliu Porumboiu, es un filme de una realizaciòn tan simple, sencilla, como impecable, que vuelve a ponder el foco en la ética y la moral no sólo de una sociedad. Porque si bien está ambientada en un tiempo y un lugar preciso, su prédica es común a cualquier ser humano, aquí, en Rumania o en Egipto.
Costi (Toma Cuzin) recibe la visita inesperada de un vecino. Adrian (Adrian Purcarescu) le pide 800 euros para evitar asì que le embarguen su hogar. Costi tambièn pasa por problemas econòmicos, y por más que testimonia que quisiera, se niega a ayudarlo. La crisis y el desesmpleo golpean en todos lados. Pero cuando Adrian le indica que necesita esos euros para desenterrar un tesoro que sus antepasados dejaron en una casa durante la Segunda Guerra Mundial, accede.
Es en el momento en que advierte que puede obtener un beneficio propio cuando Costi evalúa el costo. No es ayudar sin mirar a quién. Entre la recesiòn, Costi ve una salida. Es como apostar.
Porumboiu va rotando, no el eje, sino el género de la película una vez que ambos personajes consiguen por menos dinero a un hombre que con un detector de metales los ayude a barrer el jardín, para saber dónde estaría oculto el bendito tesoro... Si es que tal existe.
Y el director juega -y eso lo advertimos recièn en el desenlace- con los ánimos y la desconfianza que traemos los espectadores a la sala de cine. Porque ¿no será todo cuestión de un arreglo entre el buscador de metales y el vecino, para sacarle los euros a nuestro abnegado protagonista? Si encuentran el tesoro, ¿es cierto que el Estado se queda con gran parte de èl, como si fuera patrimonio nacional? ¿Y qué haría Costi, si se halla el tesoro, con su parte?
Por supuesto que no vamos a adelantar aquí el final de la película, pero es uno de los más hermosos que haya dado el cine en los ùltimos años.
Como en otras peliculas de Porumboiu, como Policía, adjetivo, sobre la opresión y la burocracia, y la más sardònica Bucarest 12:08, la incorruptibilidad -o, mejor aùn, la integridad- es un tema latente. Y Poromboiu es, ante todo, un gran estratega a la hora de sentarse a escribir el guiòn. Y, lo que es mejor, al llevarlo a cabo. Como si El tesoro fuera una adaptaciòn personal de Robin Hood, que Costi lee a la noche a su hijo. Cambia la entonaciòn de su narraciòn, cuando la película se torna en algo parecido a una comedia, siempre satìrica, tomando en broma a la burocracia, otra tematica común a las realizaciones del director rumano.
Como si Porumboiu utilizara cada cambio de montaje como una señal estetica y de ética.
Es que Porumboiu es recurrente en analizar el pasado reciente de su paìs. Como la charla gramatical en el final de Policía, adjetivo, esa excavaciòn en busca de un tesoro del que no se sabe nada más que por una expresión verbal, un relato inasible, fuera una metáfora acerca de un hombre comùn ante una situación inesperada, y cuál es su reacción final.
Una gran película que nos conecta -de nuevo, con sencillez- con lo que yace adormecido en medio del caos.