El Ultimo Desafío es el regreso al cine de Arnold Schwarzenegger, ícono del cine de acción de los años 80 y 90. El punto es que Arnie colgó los guantes para irse a jugar las ligas mayores de la política - terminando por ganar la gobernación de California en el 2003, y siendo re-elegido por un segundo término en el 2007, amén de haber sido considerado un serio candidato para la Casa Blanca a finales del 2011 -, y decidió volver al cine de acción a una edad en donde todos están jubilados y dándole de comer a las palomas en las plazas. 65 años es mucho para un héroe de acción y, en escasos casos - como Stallone o, incluso, Sean Connery -, la gente conserva la prestancia y la energía como para resultar creíbles. Y mientras que Schwarzenegger sigue siendo un tipo simpático, el físico está tan deteriorado que se ve propiamente como un geronte. Incluso llega un punto en que uno piensa que el filme hubiera funcionado mejor con otro veterano como protagonista en vez del envejecido Arnie.
En sí, El Ultimo Desafío es pura diversión. La gran estrella no es el austríaco sino el director Kim Ji-Woon (el mismo de A Tale of Two Sisters, que tuvo su remake en inglés llamada La Maldición de las Dos Hermanas), el cual maneja la acción y la comedia con mano diestra. Es como si Arnold hubiera caído en una película del tipo Rápido y Furioso, en donde el villano se roba un super coche potenciado y se va a toda pastilla hacia el pueblo donde el austríaco oficia de sheriff. Hay dos toneladas de improbabilidades - que el malvado viaja más rápido por tierra que por aire, gracias a birlarse un Corvette experimental que posee cientos de caballos de fuerza, y que toda la acción transcurre en cuestión de 5 - 6 horas a lo largo de la madrugada; que el flaco piense cruzar a todo gas por encima de un enorme cañón en medio del desierto, utilizando equipos de apoyo que levantan un puente militar en cuestión de minutos; y de que tenga un ejército a mano, listo para ayudarle cuando se topa con alguna barricada policial hecha a último momento -, pero la historia está narrada con un ritmo tan endiablado que uno no se pone a pensar nunca si todo esto es una estupidez. A final de cuentas Eduardo Noriega escupe maldad, y la acción está rodada como los dioses. Y, cuando tenemos vistazos de lo que ocurre en el pueblo, las cosas van de amenas a simpáticas. Pero cuando la cámara se posa en Arnold... Oh, Dios...
Ciertamente Schwarzenegger actúa más relajado que en sus últimos papeles pre-gobernación. Total, ya no tiene la exigencia de la taquilla ni la presión del super - estrellato, y todo esto debe parecerle una terapia en comparación a su convulsionado divorcio (en donde le llenó el bombo a su feúcha mucama mientras estaba casado con una de las finolis de la casta de los Kennedy, lo que equivale a una auténtica herejía política y social). El problema, en todo caso, es el director Ji-Woon, el cual toma a Arnie de la manera más desangelada posible. A Schwarzenegger se lo ve extremadamente flaco, viejo y petiso - hay planos en donde otros tipos (como Forest Whitaker) le sacan una cabeza de ventaja, y confirman la leyenda urbana que Arnie mide menos de 1.80 mts. -, e incluso cuando carga las armas le tiemblan las manos. Pero lo peor es el final, en donde el austríaco se ve obligado a trenzarse en una pelea cuerpo a cuerpo con Eduardo Noriega... y donde, si no fuera por el libreto, el español le habría hecho tragar su puño (y su chapa de sheriff) al ex fisicoculturista.
El Ultimo Desafío es una tontería muy divertida y rodada con brío. Pero quizás la mayor falla del filme sea Schwarzenegger, que se ve demasiado agotado para ser creíble. Incluso diría que el filme hubiera funcionado mucho mejor con cualquier otro veterano - desde Mickey Rourke hasta Stallone - que exhiba mejor cuerpo y más energía que Mr. Terminator. Así como está es un espectáculo más que ok, aunque uno termina sintiendo cierta lástima al ver que nuestros íconos de culto del ayer están mucho más deteriorados de lo que uno esperaba.