La épica de la frontera y del western (la defensa del “hogar”, el honor que “no está en venta” y la buena puntería); el rescate de los valores tradicionales (lealtad, coraje, determinación); lo anterior matizado con un objeto de culto desde los 50 y orgullo por lo nacional: un Corvette que funciona casi como un personaje más; las ironías sobre el paso del tiempo y sus efectos; el líder experimentado y el novato distraído con buenas intenciones. Y un actor que a los 65 sabe que ya no está para un maratón, pero tiene un desempeño digno y eficaz en las escenas de acción, y que se toma con humor las bromas sobre el asunto. El director surcoreano Kim Jee-woon parece haberse divertido rodando “El último desafío” y lo transmite en cada minuto de película. Tuvo a su disposición la lista anterior de mitos del género y del imaginario estadounidense, además de un muy buen elenco. Todo para contar algo bastante simple: un peligroso narco interpretado por Eduardo Noriega que proyecta y concreta un ingenioso escape, con el FBI, dirigido por el personaje de Forest Whitaker, corriendo, volando y disparando detrás suyo con pocos resultados. Y un sheriff, un Schwarzenegger moderado, eficiente y siempre hablando con medio tono, a cargo de un pueblo casi fantasma que limita con México, y que, a su pesar, debe volver a la acción para poner un poco de orden.