Remake del memorable film de anticipación con el mismo nombre, El Vengador del Futuro relata una historia semejante a la de aquella película que protagonizara Arnold Schwarzenegger. En su momento la caprichosa “traducción” del original Total recall era en realidad una triquiñuela para aprovechar el éxito de Terminator con el mismo actor, pretendiendo confundir al público acerca de otro –inexistente- “vengador del futuro”. Para esta nueva versión se podría haber modificado el título, pero, sea como fuere, se trata de una costosa producción que apenas alcanza a justificar su manufactura, a pesar
de entretener con aceptables recursos visuales.
Muy poco innova como para diferenciarse de la original, y en los escasos momentos que lo hace, no acierta. En especial en la ambientación, que deja de ser Marte para focalizarse en una Tierra devastada, subdividida en regiones antagónicas y amenazada por un acelerado plan de reemplazo de humanos por autómatas. Ya no hay aquí luchas por el control del oxígeno ni espeluznantes -y a la vez deliciosas e imaginativas- criaturas mutantes que poblaban ese
peculiar planeta rojo. Y si bien presenta una dinámica y agitada última parte, no empalidece las fuertes escenas de acción y violencia del film original, una impronta distintiva y audaz del realizador holandés Paul Verhoeven, un especialista en el género (Robocop, Invasión). En este caso el film de Len Wiseman (responsable como director y productor de la poco atrayente saga de Inframundo) hace hincapié en algunas cuestiones políticas y
sociales sin demasiada convicción. Con un correcto Colin Farrell, la nueva El Vengador del Futuro no está mal hecha y puede interesar tanto a aquellos que vieron el film con Schwarzenegger como a los que no, un argumento que a duras penas hace entendible la remake.