Crónica íntima, emotiva y bella, de un hombre obstinado por amar
Claire Burger surgió en el mundo cinematográfico con “Party Girl”, su primer largometraje premiado con Caméra d'Or en Cannes en 2014, que codirigió con Marie Amachoukeli y Samuel Theis. En esta oportunidad, después de algunas coproducciones y especialmente cuatro cortometrajes, entre ellos ·Forbach”, dedicado a su ciudad natal, regresa con “C'est ça l'amour” (“El verdadero amor”), su segunda obra no menos admirable.
Se trata de un filme inspirado en la propia historia de la directora, con gran ternura y toma el momento preciso en que su madre abandona a la familia y se va de la casa. Enfoca su mirada a la crisis de su familia que no es diferente a otras que padecen el mismo problema. En la película se ocupa de mostrar la capacidad de reconstrucción de los mismos y especialmente señala la fragilidad de los hombres, un tema interesante y poco tratado, porque siempre las mujeres son las víctimas y, en realidad, sobre ese contenido hay dos caras de la misma moneda.
La madre, (al igual que Nora el personaje de “Casa de muñecas”, de Ibsen), desafiando siglos de patriarcado, donde el abandono del hogar fue un privilegio casi exclusivamente masculino, esboza, por un lado, el retrato de una mujer independiente sin juzgarla, pero sobre todo pone el acento en el de un hombre condenado a asumir un rol para el que no había sido preparado. El de hacerse cargo del hogar y del destino de sus dos hijas: Frida, de 14 años. que se busca a sí misma y que responsabiliza a su padre por la partida de su madre, y Niki, que es casi mayor de edad e intenta aprovechar la situación para adquirir su independencia, mientras se esfuerza por mantener el equilibrio entre su hermana y su padre.
Al igual que “Party Girl”, “El verdadero amor” fue filmado en Forbach, departamento de Mosela (Lorena), entre Estrasburgo y Sarrebruck (Alemania), la ciudad donde creció Claire Burger. Éste filme permitirá al espectador transitar por un espacio de recuerdos que no son sólo humanos, sino los de una ciudad que pasó por múltiples guerras y fue dominio del imperio austrohúngaro y Alemania hasta después de la Gran Guerra (1914-18).
La trama esencial es la separación de la pareja, pero que se despliega desde varios puntos de vista, abordados en subtramas a la manera de calidoscopio que definirá la relación amorosa de cada personaje. En realidad ese concepto lo define el título original del filme “C'est ça l'amour” (Eso es amor), ya que cada uno de los personajes lo asimilará desde su visión de la realidad.
Nuestro planeta en este momento se encuentra en una especie de caos emocional en el cual la búsqueda del amor es esencial para sobrevivir a todos los desastres: económicos, climáticos, guerras, emigraciones, falta de fe y sobretodo falta de humanidad. En esa ciudad, Forbach, que está a la vez devastada y llena de vitalidad, todos se enfrentan al amor: la adolescente descubre su sexualidad con una compañera de clase, la más grande se niega a tener relaciones duraderas y la madre, Armelle, (Cécile Remy-Boutang) rehace su vida con otro hombre, sólo Mario busca ese amor que ya se fue, pero que su corazón no acepta haberlo perdido.
Claire Burger, acostumbrada a trabajar sólo con actores no profesionales, en esta oportunidad confió en el actor y director belga Bouli Lanners (“Les premiers les derniers” , 2016), para que interprete a Mario, y hacerlo vivir con gran corazón y torpeza perturbadora. Éste con modestia, camina a lo largo del filme con su imponente estructura fortachona, pero de hombre herido, dividido entre su dificultad para comunicarse y su sincero deseo de escuchar a sus hijas, Su lucha interna es por comprender las expectativas de cada una. Mario debe batallar entre los impulsos del corazón y la angustia, entre pasos en falso y el afecto, para formar con ellas un trío de gran autenticidad.
Sus jóvenes hijas son dos principiantes (la angelical Justine Lacroix y la brillante Sarah Henochsberg) conquistadas por un casting al igual que el resto de los participantes que no son profesionales, y que deslumbran cada una en su interpretación con igual intensidad. Bouli Lanners posee una buena colección de personajes en su haber, pero la riqueza de matices que aporta a la construcción de Mario es fuera de lo común. La puesta de Claire Burger lo hace circular entre su trabajo, en una administración que se ocupa de los inmigrantes, lugares culturales de Forbach, que frecuentan asiduamente, el teatro y la casa familiar.
Rodada en la casa de su infancia y de su padre, la directora y guionista, de “C'est ça l'amour” no sólo aporta ese sabor de la nostalgia al filme sino de una cierta poesía íntima y dolorosa, pero que nunca cae en la autocompasión. Lo interesante es la propuesta de recategorizar la “mise en abyme”, que traducida literalmente quiere decir “puesta en abismo”, es el procedimiento narrativo que consiste en imbricar dentro de una narración otra similar o de misma temática, de manera análoga a las matrioskas o muñecas rusas.
Este efecto se realiza a través del grupo de teatro al que pertenece Mario (la obra de teatro “Atlas”, que ofrece un espacio de representación a los habitantes del lugar, para que se expresen con sus propias palabras, que luego pasaran a un texto común). En ese escenario el grupo representa un famoso extracto del ballet “Le Parc” de Angelin Preljocaj (anteriormente representado en televisión por un grupo de danza), que casi hace creer al protagonista que puede volar, solo por la gracia del amor.
“El verdadero amor” está realizado a la manera clásica del cine de los ‘60 con el toque de una técnica del siglo XXI, en que presta mucha atención a los detalles y al realismo de historias interconectadas que informan de una narrativa más amplia a la vez que transforma y fortalece a cada personaje. Ese recorrido emocional está primorosamente entrelazado con ritmos cómicos que contrastan con el tema original y recuerdan al espectador la humanidad, la imperfección, y a veces lo absurdo del comportamiento de los seres desesperados en sus intentos de amar y ser amados.
“El verdadero amor” es un filme enternecedor que trata de recomponer los colores del presente de Mario para poder organizar su futuro en un cuadro que ya no será igual a su vida anterior, ya que no existen ni ilusiones ni quimeras. Mario al intentar saber quién es, encuentra que entorno y realidad se deforman, como si fueran un espejo deformante en el que la pareja ve del otro aquellos aspectos que no puede percibir de sí mismo y lucha intensamente para cambiarlos. Claire Burger inteligentemente consigue con su visión fractal redimir el alma apasionada y desfijada de su padre en un bello y conmovedor filme