Mario no pudo imaginar que la vida lo sorprendería con una separación. Veinte años en una buena relación con Amélie y dos hijas adolescentes no podían preanunciar lo que pasó. Imagina que todo será temporal, pero aunque no lo dicen, las chicas desconfían. Claro, la adolescencia las hace más desconfiadas que nunca.
De eso trata "El verdadero amor", de los afectos, de que nada es para siempre y de las variantes del amor. Algo tan simple como que lo que para uno es pleno para el otro es carencia, que hay algo más que el trabajo rutinario y monolítico, y a veces la atención familiar puede deslizarse por bordes peligrosos.
La contextura sólida de Mario engaña. Parece un hombre inquebrantable y seguro, responsable y confiable. Sin embargo, la duda y -especialmente- las dudas afectivas lo matan y esa actitud de libertad que su mujer alcanza con su pasaje al teatro lo hacen añorar algo de lo que carece, la voluntad de flexibilizar la conducta y los roles. Ahora sabe, ocupándose de la casa y de las chicas, que no las conocía lo suficiente y que no siempre es fácil acercarse a ninguna de las tres.
Porque Amélie de pronto necesitó otro espacio, y Frida está buscándose sexualmente, mientras Niki, con sus 17 años, añora la libertad que en esta circunstancia de crisis le parece más cercana. Toda la casa es una búsqueda de equilibrio. Frida probando y probándose, Niki en el camino a la adultez poniéndose en el lugar del padre. Y Mario intentando también con el teatro un camino de conocimiento o simplemente un nuevo acercamiento a su mujer, que sorpresivamente se concretará en la aparición de otra mujer.
SIN GOLPES BAJOS
Un sólido filme sobre los sentimientos, sin golpes bajos, con profunda ternura y una calidez que pocas veces logran las comedias dramáticas. Estupendos actores, especialmente el belga Bouli Lanners (también director en la vida real).
Cuidado el diseño formal, bella la música y el talento especial de la directora Claire Burger para mantener un bien templado clima familiar.