Una familia tipo con dos hijas se brindan al amor de distintas maneras. Armelle, la madre en tren de separación, hace abandono del hogar dejando a las adolescentes en custodia del padre. Es la mala de la historia, es la Nora de Casa de muñecas, es la villana Irene de la ópera Bajazet de Vivaldi, cuya aria Sposa son disprezatta (Esposa, soy despreciada) que acompaña los créditos finales, es un rótulo que concuerda con su accionar. En búsqueda de su espacio, deja atrás un marido que la agobia, dos jóvenes hermanas resentidas por el alejamiento, tratando de poner orden en su nueva vida que compartirá con otro hombre. Mario, el ex marido, está confundido y abrumado, no sabe cómo manejar esta ruptura, intenta salir adelante con sus hijas, pero ante cada contratiempo busca desesperadamente a su ex para plantearle el problema. Tiene la autoestima muy baja, se culpa de no saber tratar a las mujeres, se siente un perdedor ante ellas. La hija mayor lo apoya, cada vez que tiene la oportunidad le recrimina a la madre su comportamiento de manera enérgica. No quiere compromisos ni fuertes ataduras en el amor, tan solo disfrutar el hoy y el aquí. Un simple mensaje de texto basta para dar vuelta la página. La menor, en cambio, se siente desorientada. Molesta con el padre, trata de llamar la atención como sea para estar al lado de la madre, el intento de lesbianismo es una de las argucias.
La ópera prima de Claire Burger, en la que la mayoría de los actores son no profesionales, parece tener su contrapartida en la historia, al cobrar importancia las técnicas de la troupe que representará “Atlas”, una obra que pretende dar lugar a la palabra improvisada de sus integrantes vocacionales, para romper la frontera que existe entre el público y el escenario. Allí recurre Mario para dejar atrás sus miedos y soltarse más en la vida. Una vez más el teatro como terapia al igual que en Norberto apenas tarde (Daniel Hendler – 2010), para hacer frente a sus limitaciones y sacar a flote sus virtudes.
Un film que tiene al beso como elemento recurrente: el de la hija mayor con su pareja delante del padre en la puerta de la casa, los besos experimentales de la menor con su compañera de clase, el que el protagonista le pide a su colega teatral para sentirse mejor. Una exploración de los sentimientos que a través de perfomances, representaciones teatrales y danzas, refleja una sublimación de los padecimientos y perturbaciones amorosas de cada uno de los miembros de la familia. Una obra innovadora, delicada, en la cual una separación se transforma en un componente positivo y no en un hecho disruptivo. Valoración. Buena