La actriz y directora Sarah Polley tenía 10 años sin trabajar en una película. Su vida personal y un accidente que le produjo una contusión la alejó de la gran pantalla. Bien conocida por ser una activista social y una bandera para cualquier mujer en la industria, era sabido que su vuelta iba a ser grande. Para ello elijó, bajo la iniciativa de Frances McDormand, Women Talking, novela basada en la novela con el mismo nombre de Miriam Toews. Un film poderoso y reflexivo que proviene de un acto imaginario femenino.
Women Talking sigue a un grupo de mujeres de una pequeña comunidad religiosa alejada de la sociedad que, hartas de los constantes ataques de los hombres (en su mayoría violaciones sexuales) debaten si deben marcharse o quedarse en el lugar. Durante varias reuniones secretas discutirán y analizarán los pros y contra de la decisión que tomen. El escenario se construye con pensamientos sobre el lugar de la mujer en el mundo y el accionar que debe tomar. El perdón, el amor, la culpa, el bien común, la venganza, la democracia. Todos son temas que son abordados de manera muy eficaz.
El mayor éxito de la película es que sin necesidad de grandes explosiones ni giros en la trama, logra mantener el suspenso y el tono en todo momento. Incluso, está la decisión consciente de no mostrar la violencia física con la cual viven estas mujeres, sino que la cámara le dedica minutos a esos momentos de realidad que pasan justo después del atroz acto. Women Talking no busca complacer a nadie. Habrá más de uno que la quiera instalar como un «panfleto feminista». Lo cierto es que el film tiene como objetivo poner en palabras aquello que necesitaban expresar todas las mujeres que sin herramientas adecuadas (no sabían leer, ni escribir) sufrieron esta situación.
Luego de ver la película es imposible pensar en un elenco más completo. Cada una de las actrices, bajo un esquema casi teatral, logran modular a su manera el sufrimiento y odio que conllevan consigo. Claire Foy destaca con un monologo frenético. Rooney Mara es el alma de la película, un personaje roto que debe negarse al amor. Jessie Buckley muestra una vez más que es la actriz para seguir de esta nueva generación. Judith Ivey y Sheila McCarthy traen consigo la serenidad y sabiduría, sin dejar un lado la memoria. Ben Whishaw, el único hombre del reparto conecta bien con la historia. Incluso la misma Frances McDormand, que tiene escasos minutos en pantalla, invade toda la pantalla.
Ciertamente Women Talking por su carácter teatral y por como fluye la historia se puede sentir lenta. Pero en allí en las tertulias en la cuales se puede ver un mundo que abarca más allá a las palabras. Hay una idea del que significa ser mujer de manera colectiva. Es arriesgarse por un bien común. Un salto de fe. Acto como esos son los cambian el mundo.