La última película de la directora canadiense Sarah Polley, ocupa el lugar más coyuntural de esta entrega de Oscars.
Tan solo un par de nominaciones, pero también la máxima estatuilla.
Sin dudas es desafiante y aborda desde una premisa muy original la misoginia extrema y el lugar de la mujer.
Su título es muy gráfico ya que casi todo el tiempo somos espectadores de este grupo de mujeres que habla para decidir su destino dentro (o fuera) de esa comunidad que se ha quedado en el tiempo
Basada en la novela homónima de Miriam Toews, la dirección de Polley es sutil y potente a la vez. Logra crear una atmósfera intensa y emotiva con una narrativa cuidadosamente construida, que se mueve entre el pasado y el presente de las mujeres. La directora utiliza una fotografía magnífica mediante una progresión en la paleta de colores y un sonido ambiente sugerente para crear una sensación de intimidad que hace que el espectador se sienta parte de las conversaciones y confesiones.
Pero lo que realmente hace que Woman Talking destaque son las actuaciones de su elenco, ya sea la consagradísima Frances McDormand o Rooney Mara, pero también el resto del reparto tal vez no tan conocido.
Ahora bien, lo que me sucedió es que me aburrí bastante pese a su corta duración (una hora cuarenta).
Muchos de esos elocuentes y bien escritos diálogos se me hicieron un tanto tediosos.
Pero supongo que pasa por un tema de conexión con los personajes que yo no tuve pese a la empatía que generan.
En resumen, Woman Talking es una película potente que hará reflexionar al espectador sobre temas importantes como la religión, el patriarcado y el trauma.
Es conmovedora y contundente sin dudas, pero la pregunta que no puede dejar de hacerme fue: ¿Está para el Oscar?